Nació cerca de 2002 en la legendaria disco Réquiem de la calle Viamonte, maquillándose y vistiéndose según sus gustos musicales (Marilyn Manson, Ricky Espinosa -líder del grupo punk Flema-, las riot grrrls Joan Jett y Peaches, el rockero montada Jobriath). “El nombre Le Brujx viene de un apodo que me inventé por esa época para dejar de ser Matías, que es otro ser completamente distinto. Le Brujx es un personaje femenino sin ser mujer... es muher”. Adoptadx por las drags de la fiesta Whip, a quienes considera sus mothers y de las que aprendió miles de secretos con los que pulió su look, Brujx se prepara a lo largo de la semana y llegado el día de oficiar como hostess dedica al menos tres horas al maquillaje. Su estilo es tan variable que más que descrito debe ser ejemplificado. Puede ser una estrella de cine pasada de anfetaminas con ojos detonados, o una mezcla entre Papá y Mamá Noel bondage, o una dominatrix cyberpunk y de neón. Su montaje respeta pocos cánones y no siempre intenta lograr una ilusión de femineidad completa: hay barbas, hay dildos, a veces no hay peluca; y en la misma línea, el género con el que se presenta a sí mismx no es femenino, aunque tampoco le escapa.

Con La Santamaría están de novixs hace cuatro años y con frecuencia les toca montarse juntxs. “No se me ocurre nada feo de hacer esto juntos… ¡nada más algún lío de pelucas! Somos dos personas totalmente distintas, con ideas distintas, y las dos entendemos que de eso se trata el drag, porque es algo muy personal. A veces nos criticamos un poco entre nosotros, pero siempre con buena onda. Por otro lado las relaciones son todas iguales, así que esto le da un extra que no conseguís en cualquier lado”.