Dom 21.12.2008
turismo

SAN JUAN > GIRA POR LA PROVINCIA

Entre lunas, soles y estrellas

Un viaje de una semana por las tierras sanjuaninas. El tesoro paleontológico del Museo de Ciencias Naturales. El Valle de Calingasta, el observatorio astronómico de Pampa del Leoncito, la colorida Cuesta del Viento, el pueblo de Rodeo, el cruce a Chile por Agua Negra y el famoso Valle de la Luna.

› Por Julián Varsavsky

Así como las cataratas del Iguazú son la imagen emblemática de la provincia de Misiones, el Valle de la Luna es para muchos lo distintivo de San Juan. Pero a veces la supremacía de esos íconos tan deslumbrantes termina eclipsando otros lugares dentro cada provincia, de los que normalmente no se escucha hablar tanto. Tal es el caso de San Juan, donde además de recorrer el impactante Parque Nacional Ischigualasto, bien vale la pena el itinerario por otros interesantes sitios.

DINOSAURIOS EN EL MUSEO El punto de partida de una gira sanjuanina es la capital de la provincia, desde donde se puede visitar el dique de Ulum, alguna bodega, la casa natal de Sarmiento –donde sobrevive la famosa parra y existe también el telar de Doña Paula Albarracín– y el Museo de Ciencias Naturales, uno de los más importantes en su tipo a nivel internacional. Grandes museos y universidades del mundo darían cualquier cosa por tener en sus vitrinas al menos una de las piezas únicas que se exhiben en el Museo de Ciencias Naturales de San Juan. Por un lado, la visita guiada permite entender el valor paleontológico del Valle de la Luna y Talampaya (cuenca de Ischigualasto-Villa Unión), algo que no se ve a simple vista en esos parques declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, principalmente por los hallazgos que se hicieron allí, de los cuales los paleontológicos están en este museo. Lo que se exhibe es una muestra casi completa de la evolución de los dinosaurios, desde su aparición sobre la Tierra durante el Triásico, comenzando por los más pequeños como el Eoraptor Lunensis de sólo 1,20 metro de altura, hasta el Herrerasaurus, que medía cuatro metros de largo (actualmente el museo está algo incompleto debido a ciertos trabajos que se están haciendo con algunos esqueletos).

HACIA LA CUESTA DEL VIENTO El segundo día ya se puede partir hacia el noreste por la Ruta Nacional 141 con destino a la ciudad de San Agustín de Valle Fértil, parando antes en el santuario de la Difunta Correa. Pasando el río Bermejo, hay que tomar rumbo norte por la ruta provincial 510 hacia Valle Fértil, donde conviene hacer noche para visitar al día siguiente el Valle de la Luna, ubicado a 70 kilómetros de distancia.

La tercera jornada continúa hacia el norte con destino a Rodeo. En esta localidad se recomienda dormir en alguna de sus hosterías, campings y complejos de cabañas, que sirven de base para recorrer la Cuesta del Viento, darse un baño en las termas de Pismanta, o practicar deportes de aventura como mountain bike, cabalgatas, paseos en 4x4, salidas de pesca, trekking y bajadas de rafting por el río Jáchal.

El sitio más interesante para visitar desde Rodeo –en el extremo noroeste de la provincia– es el dique Cuesta del Viento. Cualquier viajero un poco desorientado podría llegar a la Cuesta del Viento y pensar que está frente al famoso Valle de la Luna inundado por un gran diluvio. Pero se trata en verdad de un ventoso lago artificial originado hace quince años por la construcción del dique, que por un azar de la intervención humana conformó uno de los paisajes más sorprendentes de nuestro país. Al llegar por la ruta, la Cuesta del Viento aparece de repente con la inmensidad radiante de un extraño valle que combina la aridez de un paisaje lunar con la transparencia de aguas caribeñas. Dentro del lago, rodeado por montañas de hasta 6250 metros, sobresalen peñones solitarios cuyos rectos paredones tienen algo de fortaleza sumergida. Algunos tienen extrañas formas helicoidales y desde lejos pareciera que una verdadera Atlántida en ruinas sobresale apenas sobre las aguas. Y al fondo del paisaje, del otro lado del lago, unos rojizos vendavales de arena se elevan en remolinos hasta el cielo.

A cinco kilómetros del dique Cuesta del Viento se realizan las bajadas de rafting por el río Jáchal. Esta aventura en gomón comienza cerca de las compuertas del dique, donde un estrecho cañón de 6 metros de ancho con paredones de 25 metros de alto conforma uno de los ambientes más hermosos del país para realizar esta actividad. El Jáchal es un río ciclotímico que por momentos explota de furia en concéntricos remolinos y al instante se apacigua en felices remansos. Es considerado nivel de complejidad “tres” y “tres más”, o sea que es apto para inexpertos. El trecho del vertiginoso paseo mide doce kilómetros que se recorren en poco más de una hora y la mayor velocidad que se alcanza es de 40 kilómetros por hora.

AGUA NEGRA El quinto día se puede llegar hasta el paso cordillerano a Chile llamado Agua Negra. El camino, si bien es de tierra consolidada, carece de complicaciones y lo ideal es recorrerlo con una camioneta 4x4 (si es con auto común se debe ir con mucha precaución). Se sube cerca de los 5000 metros sobre el nivel del mar, donde las montañas carecen absolutamente de vegetación, como si no hubiese indicio alguno de vida sobre la Tierra. La aridez también deja al descubierto la compleja diversidad geológica de estas montañas, cuyas laderas reflejan un abanico multicolor de minerales amarillentos, verdosos, rojizos, violetas, blanquecinos, ocres y anaranjados, cubiertos por solitarios manchones de nieve.

Dos kilómetros antes del cruce a Chile, un gran brillo blanquecino encandila y sorprende a los viajeros. A simple vista parece un glaciar que llega hasta el borde de la ruta, pero en verdad es una gran masa de penitentes, esa extraña formación de hielo que surge por una acción combinada del sol y el viento sobre grandes acumulaciones de nieve en terrenos de extrema aridez. El conjunto forma una compacta pared de 200 metros de largo junto a la ruta, con hielos de cuatro metros de altura y puntas afiladas que trepan por la ladera de la montaña. En algunos lugares suele haber pequeñas cuevas de hielo con estalactitas.

El camino asciende hasta los 4770 metros, donde está el mojón que señala el límite con Chile. Y prácticamente al borde de la ruta se levanta el escarpado pico San Lorenzo, con sus descomunales 5600 metros de altura muy bien disimulados entre los otros gigantes cordilleranos.

CALINGASTA Y EL BARREAL El siguiente paso de este periplo sanjuanino es tomar la Ruta Nacional 40 hasta Talacasto y luego la 149 hasta el Valle de Calingasta, ubicado en el vértice sudoeste del mapa de San Juan, a 180 kilómetros de la capital provincial. El valle está surcado por ríos y acequias rodeados de picos nevados como el cerro Mercedario (6770 metros) y el descomunal Aconcagua (6960 metros).

El centro turístico del valle está en su zona sur, en la apacible localidad de Barreal, un pueblo con calles de tierra flanqueadas por rectos álamos y refrescantes acequias con agua de deshielos, al pie del cordón precordillerano de Ansilta. Esta villa turística dispone de varios complejos de cabañas, hosterías y camping, además de prestadores de servicios turísticos de aventura (cabalgatas, carrovelismo, rafting y trekkings).

A 40 kilómetros del pueblo está el Parque Nacional El Leoncito, en cuyo predio se puede visitar un complejo astronómico. Este cuenta con dos observatorios telescópicos ubicados estratégicamente a 2552 metros sobre el nivel del mar, en una zona que se distingue por tener un cielo diáfano y sin polución durante casi 300 días al año.

Junto al Parque Nacional está El Barreal que le da nombre al pueblo, una reseca planicie sedimentaria de catorce kilómetros de largo por cinco de ancho, donde hace varios millones de años existió un lago. El lugar es extrañísimo, de color blanco radiante, con algo de paisaje lunar. No hay un solo arbusto ni una rama seca y solamente se vislumbra un suelo liso con resquebrajamientos pentagonales que se reproducen con la exactitud matemática de una telaraña.

Ya completando una semana de viaje por tierras sanjuaninas, se puede dejar la provincia desde El Barreal hacia el sur con rumbo a la mendocina Uspallata para seguir recorriendo la región de Cuyo.

Según la óptica con que se lo mire, uno puede partir con la sensación de llevarse una idea un poco más completa de San Juan. Sin embargo, a los costados de las rutas de este itinerario se veían carteles que señalaban lugares que quedaron sin visitar como la Reserva Natural San Guillermo o el Valle de Zonda. O excursiones que quedaron sin hacer como el circuito de trekking por el Valle de la Luna y el recorrido por el parque bajo la luz de la Luna llena. O pasar la noche en el Centro Astronómico de Pampa del Leoncito y mirar las estrellas por un telescopio hasta el amanecer. Habrá que conformarse o regresar.

Datos útiles

Dónde dormir: Rancho Lamaral: este hostel ubicado a metros de la Cuesta del Viento es muy utilizado por quienes van a hacer windsurf en el dique. www.rancholamaral.com

Más información: Casa de la Provincia de San Juan en Buenos Aires. Sarmiento 1251. Tel.: 4382-9241. www.turismo.sanjuan.gov.ar

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