Jueves, 23 de junio de 2011 | Hoy
21:24 › UN CASO DE "CEGUERA COLECTIVA"
El exdirector del Fondo Monetario Internacional entre los años 1987 y 2000 reconoció que durante la década del 90 "hicimos seguramente muchas tonterías”. Durante un encuentro organizado en Buenos Aires por la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresas (ACDE) agregó que "recuerdo que aquel problema de la deuda se resolvió. Costó mucho tiempo ayudar a los dirigentes a abrir los ojos sobre cuál era la situación".
Candessus sostuvo, además, que "en los 90 el lidership, la iniciativa no era del FMI sino del Gobierno", y consideró que la actual participación de la Argentina en el Grupo de los 20 (G-20) es un signo de que el país "recuperó" su standard internacional y que fue visto como un "país ejemplar". En su extensa disertación, pronunciada en castellano, hizo alusiones a las encíclicas papales y a la importancia de la ética en las relaciones económicas, a la distinción de la dignidad del hombre como centro de las políticas públicas.
A pesar de que el organismo multilateral fue uno de sus principales exponentes de las políticas liberales, Camdessus criticó el neoliberalismo e insinuó que a su criterio el G-20 no es legítimo porque no incluye a los 192 países del mundo. También consideró que el sistema monetario y financiero del futuro se tendrá que modificar para que se reconozca el peso de las naciones emergentes y que el dominio del dólar deberá ser reemplazado por un sistema multipolar de monedas.
El exdirector del FMI abogó por la construcción de un mundo "más feliz" que contemple "la defensa de la persona". Más adelante sostuvo que la "deuda" actual es con "los más desafortunados", citó las encíclicas de Juan Pablo II que reivindican la "virtud de la dignidad humana", y consideró que "no puede haber progreso real sostenible si no se cumple con esta deuda. Ese debe ser nuestro compromiso", afirmó.
Opinó que la crisis económica mundial que se inició en 2007 fue "la primera crisis de la globalización", y que nos dejó "un mundo estropeado, un nuevo equilibrio geopolítico, con carencias mortíferas por enfrentar". Sin embargo, reivindicó el papel de las naciones emergentes y consideró que "en este mundo la distribución del poder está siendo modificada de manera positiva". Indicó que mientras que en los próximos años el mundo avanzado crecerá entre 2,5 y 2,7 por ciento, los países emergentes y las naciones en desarrollo lo harán en un 7 por ciento.
Luego de afirmar que "el 80 por ciento del crecimiento del mundo resultará del desarrollo de los países emergentes", señaló que el sistema monetario y financiero del futuro se tendrá que modificar para reconocer a las naciones emergentes y "pasar del dominio del dólar a sistemas multipolares y multimonedas".
Acerca de los problemas que generó durante la década del 90 el neoliberalismo, hizo foco en "errores técnicos" y a "faltas morales" a la ética. Se preguntó cómo fue posible que los dirigentes de aquellas época se adormecieran y contestó que había que buscar la explicación en la "seducción del dinero, en la ceguera de todos".
Dijo que el modelo neoliberal se desmoronó en 2008 porque era un modelo de autosuficiencia. Bregó porque la solución de las crisis se concentren en las personas y no en el logro de ganancias inmediatas e instó a la creación de nuevos dirigentes con responsabilidades sociales. Resaltó el papel de los Estados en la nueva gobernanza mundial y consideró que la agenda del G20 es lograr la reforma del sistema monetario internacional y procurar resolver las carencias globales.
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