Miércoles, 22 de febrero de 2012 | Hoy
21:25 › EL MUNDO
El director del Observatorio de Derechos Humanos sirio, con sede en Londres, Rami Abdel Rahman, denunció la muerte de la reportera estadounidense Mary Colvin, quien trabajaba para el británico "Sunday Times", y el fotógrafo francés Rémi Ochlik, de la agencia IP3 Press, ocurridas en el barrio de Baba Amro.
Otros dos periodistas, un británico y una francesa, resultaron heridos a consecuencia de los bombardeos. El diario francés "Le Figaro" confirmó que su reportera Edith Bouvier se encuentra entre ellos. "Es absolutamente impactante", comentó el ministro de Cultura francés, Frédéric Mitterrand, mientras su colega de Relaciones Exteriores, Alain Juppé, exigió respuestas a Siria: "Damasco nos debe una respuesta", afirmó.
Por su parte, el primer ministro británico, David Cameron, elogió el trabajo de Colvin durante una intervención en el Parlamento y afirmó que su muerte deja claro de nuevo los riesgos que asumen los periodistas para informar sobre los terribles sucesos en Siria. El líder opositor Ed Miliband consideró que la comunidad periodística perdió con Colvin uno de sus miembros "más finos y valientes".
A pesar de que el régimen de Bashar al Assad ha impuesto un bloqueo informativo sobre las protestas antigubernamentales que comenzaron hace casi un año, un grupo de opositores facilitó hace dos días la entrada en Baba Amro a un grupo de periodistas para que informaran acerca de los enfrentamientos entre el Ejército y los rebeldes, según relató a la agencia dpa el activista Omar Homsi.
Las muertes de Colvin y Ochlik se suman a la del periodista francés Gilles Jacquier, quien murió a consecuencia de un ataque con granadas en Homs, cuando visitaba un barrio de partidarios de Al Assad acompañado de funcionarios del gobierno. Las autoridades sirias responsabilizaron por aquel entonces a "terroristas armados", mientras que el movimiento opositor aseguró que el asesinato no se produjo por un ataque de desertores del Ejército.
El presidente ruso, Dmitri Medvedev, y su colega iraní, Mahmud Ahmadineyad, se mostraron preocupados por la "dramática situación" de Siria. En una conversación telefónica, ambos "subrayaron la necesidad de poner fin a la violencia e iniciar un diálogo constructivo entre el gobierno y la oposición sin ningún tipo de condiciones previas", según el Kremlin. Medvedev y Ahmadineyad instaron además a Siria a llevar a cabo reformas políticas y socioeconómicas en interés de todos los sirios. Según el Kremlin, el presidente ruso conversó también con los gobierno de Arabia Saudí e Irak, y afirmó que se deben realizar todos los esfuerzos posibles para poner fin al derramamiento de sangre y los enfrentamiento, para que regresen la paz y la estabilidad.
La Cruz Roja, por su parte, reiteró su llamamiento a una tregua con el fin de poder repartir provisiones y atender a los heridos. "La actual situación hace necesaria una decisión inmediata, para suspender los combates por motivos humanitarios", explicó en Ginebra el presidente del Comité Internacional de la Cruz Roja, Jakob Kellenberger. Según dijo, en Homs y otras regiones de Siria "hay desde hace semanas familias enteras que están atrapadas sin salir de sus casas para abastecerse de pan, otros alimentos o agua o recibir ayuda médica".
Mientras el canciller francés, Juppé, respaldó el reclamo de Cruz Roja y exigió un corredor de seguridad que permita prestar ayuda médica, el gobierno de Rusia se pronunció en contra de proveer de armas a la oposición en Siria: "Sólo conduciría a calentar más la situación", afirmó el viceministro ruso de Relaciones Exteriores, Gennadi Gatilov, asegurando que Rusia rechaza cualquier forma de violencia. Gatilov criticó que el llamado Grupo de Amigos de Siria no haya invitado a ningún representante del gobierno sirio a la reunión que celebrará el viernes en Túnez.
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