19:13 › ANAHI GARNICA

“Me gusta salvar vidas”

Una de las víctimas de la tragedia de Barracas es Anahí Garnica, quien en una nota publicada por Página/12, el 17 de marzo de 2013, decía que desde chica soñaba con seguir los pasos de su padre, bombero, como ella. Fue la primera bombera en un cuartel de la Policía Federal.

 Por Mariana Carbajal

Desde chiquita, cuando veía a su papá con el uniforme de bombero, Anahí Garnica soñaba con seguir sus pasos. Pero sabía que no iba a poder, porque en el escalafón Bomberos de la Policía Federal históricamente no se aceptaban mujeres. Cuando terminó el colegio industrial donde cursó su secundaria y se recibió de maestra mayor de Obras, se inscribió en la Universidad Tecnológica Nacional para estudiar Ingeniería Civil. Era 2003. Y tuvo la suerte de que justo la Federal decidió abrir sus puertas a las mujeres a modo de prueba. Ingresaron ella y otras cuatro mujeres. Eran cinco y 20 varones en el aula. “No estaban seguros de que hubiera mujeres pero querían probar”, contó Garnica, sobre ese cambio de política. En 2006, la destinaron al Cuartel 1º. Fue la primera bombera en un cuartel en la Federal. “No había ni habitación ni baño para femeninos. Me designaron a la ‘habitación de alarma’, donde las mujeres atienden el teléfono. Ahí dormía los días de guardia. Al año siguiente me hicieron una habitación para dormir durante las noches de guardia”, recordó. Hace diez guardias de 24 horas por mes, como cualquier bombero.

Es subinspectora y, al llegar al cuartel, en 2006, con 20 años, tuvo a su cargo bomberos que rondaban los 50 años y tenían larga experiencia apagando incendios e interviniendo en otro tipo de emergencias. “Algunos se resistían a la autoridad, pero a mis compañeros varones también les pasaba. No tenía que ver con el género sino con nuestra juventud”, piensa Garnica.

“Me gusta salir a incendios, ayudar a la gente, salvar sus vidas, sus objetos, sus mascotas”, dice Garnica. Está casada con un bombero del Cuartel de La Boca. “Cuando hay incendio en la Reserva Ecológica a veces nos encontramos”, cuenta. Un día llegó a salir del cuartel para alguna emergencia 21 veces. En verano, dice, lo más habitual son ascensores detenidos; en invierno, accidentes con estufas eléctricas o velas o incendios en la calle porque gente sin techo prende residuos para calentarse. Siente que cuando hay niños y niñas en los incendios, son ellas, las bomberas, las que entablan mejor vínculo y pueden contenerlos mejor.

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