Desde el inicio de los disturbios a gran escala el pasado martes, murieron 67 personas y más de 500 heridos, según informó el Ministerio de Sanidad ucraniano. Del total de víctimas, 16 son policías. Gobierno y oposición se culpan mutuamente de la escalada de violencia que comenzó el martes tras una protesta cerca del Parlamento.

Según los medios ucranianos, la Policía nuevamente lanzó cócteles molotov contra los manifestantes que están ocupando el Conservatorio de Música de Kiev, para intentar forzarlos a abandonar el edificio. "Una densa nube de humo impide la visión desde la plaza de la Independencia hacia la plaza Europea", indicó uno de los diarios de mayor tirada en ese país.

La crónica indica que uno de los líderes de las protestas le dio indicaciones a los manifestantes para que lancen fuegos artificiales y alertó de que capturaron a un francotirador de la Policía. Varios testigos sostienen que los choques con la Policía se retomaron al amanecer. "Parece que los políticos se olvidaron de decirle a la Policía y a los combatientes de primera línea que hay una tregua o los manifestantes simplemente están siguiendo otras órdenes", criticaron.

Ante este nuevo conflicto, el alcalde de Kiev, sostuvo que "no hay poder que valga vidas humanas" y sostuvo que no renunciará a su cargo, pese a haber dimitido a su fuerza política. "Ni un solo oligarca ni un solo político ha muerto. Me dedico a sepultar a decenas de gente normal. La vida humana debe ser el valor supremo en nuestro Estado", criticó y llamó a los diputados a colocarse como "escudo humano" "entre los ciudadanos de Ucrania uniformados y los ciudadanos de Ucrania de civil".