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El informe presentado por la UNICEF sostiene que la pobreza afecta al 30 por ciento de la población argentina menor de 17 años y, entre ellos, el 8,4 por ciento vive pobreza "extrema". La Encuesta de Indicadores Múltiples del organismo intenacional analizó entre 2011 y 2012 —con la actualización de la Encuesta Permanente de Hogares de 2015— la situación de niños, niñas y adolescentes en 25 mil hogares de localidades de más de 2 mil habitantes.

El trabajo está basado en los 28 indicadores de privación en los que se dividen las diez dimensiones que componen la pobreza "multidimensional" según los Objetivos de Desarrollo Sostenible y la Convención Sobre los Derechos del Niño de las Naciones Unidas.

La medición los 4 millones de personas menores de edad que son pobres en Argentina no tienen cubiertas un promedio de 5,7 de esas diez dimensiones, mientras que los 1,1 millones que viven en una situación "extrema", tienen vulnerados 8 de los parámetros necesarios para contar con las mismas oportunidades que el resto de ciudadanos.

El economista y consultor de Unicef, Jorge Paz, detalló que los indicadores con más carencias en el país fueron: el hacinamiento de la vivienda (20 por ciento) viviendas en zonas propensas a las inundaciones o cerca de un vertedero (28 por ciento), la existencia de violencia verbal (28 por ciento) y la falta de lactancia materna (un 22 por ciento).

El estudio también refleja que 1,3 millones de niños y niñas menores de cinco años viven en condiciones de pobreza en Argentina y 300 mil lo hacen en condiciones límites.

"Tenemos que tener un sistema en el Gobierno nacional que mida la pobreza de manera permanente y confiable", exigió la representante de Unicef en el país, Florence Bauer, quien aseguró que la respuesta para la infancia debe ser multisectorial y abarcar tanto intervenciones directas (acceso a la salud) como indirectas (transferencias monetarias).

Además, los representantes de Unicef llamaron la atención sobre la gran "disparidad" de ingreso per cápita que existe entre las mismas provincias argentinas, ya que en las regiones del noreste y noroeste del país un niño tiene 6 veces más de probabilidad de caer en la pobreza que en Buenos Aires. En este sentido, Paz denunció que existe una "correlación inversa" entre la falta de recursos y la asignación de los mismos, ya que "los más pobres reciben menos".

El consultor afirmó que la mayoría de los chicos pobres proviene de hogares numerosos, tiene padres asalariados no registrados, se encuentra en la base social de la población y no ha completado la educación primaria ni tampoco, en la mayoría de los casos, lo han hecho sus progenitores.

De esta manera, el informe indica que un niño que vive en un hogar donde sus padres se encuentran en una situación de inestabilidad laboral tiene 3 veces más de probabilidades de caer en la pobreza que en condiciones estables, y 22 veces más si los mismos no han pasado la primaria, cifras que aumentan todavía más cuando el jefe del hogar es una mujer, lo que refleja la carencia de "políticas de cuidado".

Sebastián Waisgrais, especialista en evaluación del organismo en Argentina, señaló que aunque políticas como la Asignación Universal por Hijo son muy positivas, hay 1,5 millones de chicos que deberían recibirla y no lo hacen por trabas burocráticas como vivir en zonas aisladas o encontrarse fuera del sistema educativo.

"Es una pobreza mucho más estructural que la monetaria", dijo el especialista y agregó que el 19 por ciento de los que no son pobres por cuestiones de ingresos, sí lo son por dimensiones como la educación o la vivienda inadecuada.