UNIVERSIDAD › OPINION

La toma del Rectorado

Por Pablo Rieznik *

Es completamente falso que la ocupación actual del Rectorado por estudiantes de la Facultad de Ciencias Sociales sea la obra de un “grupo con conductas facciosas”. Para el caso, además, un lenguaje propio de represores. La ocupación ha sido promovida por casi una decena de agrupaciones estudiantiles que reúnen la abrumadora mayoría de los votos en los comicios del centro de estudiantes. Sus dirigentes son elegidos anualmente y en forma directa por sufragio universal. Al revés de lo que sucede con quienes integran el Consejo Superior de la UBA, donde el voto calificado permite el predominio de facciones y grupos, y donde se cultiva el terreno propio de la prebenda y el clientelismo. ¿O, acaso, no es tan público como la universidad que fue esto lo que facilitó la re-re– reelección del ex rector Shuberoff, cuyos clanes han sobrevivido, hasta ahora, a la vieja jefatura?
Ciertos profesores críticos de la ocupación se han atrincherado en la dudosa razón argumental de la “defensa de las instituciones”. Pero, ¿no son los centros de estudiantes instituciones básicas en la universidad pública? Se diría, incluso, que fundantes, pues la Reforma Universitaria –la cual esos mismos profesores reivindican– es el fruto de esas “instituciones”. La universidad reformista se conmemora todos los años el 15 de junio, fecha en que los centros de estudiantes supieron ocupar un rectorado para expulsar a profesores, decanos y rectores. ¡Hasta el festejo de las ocupaciones de los rectorados –y ciertamente mucho menos pacífica que la actual– está institucionalizado!
Como entonces, también la ocupación actual es la respuesta al manoseo, a no ser escuchados, a postergar reivindicaciones tan elementales como antiguas. Como ahora, cuando las ocupaciones se han transformado en una suerte de institución pública de un pueblo que no aguanta más y ha cambiado la república al grito de “que se vayan”. Es falso también, agreguémoslo, que los ocupantes del Rectorado “hayan tomado por asalto la carrera de Sociología de la facultad”, según han informado los mismos profesores. Lo revela el hecho de que se han dado todos los pasos institucionales, aun los que no tienen estrictamente que ver con la democracia, y de la cual se valieron durante muchos años los profesores que insisten en faltar a la verdad.
Parece que cada cual defiende las “instituciones” cuando le conviene, algo que no debiera sorprender. Por otra parte, hay instituciones e instituciones. Entonces, el punto clave se desplaza a la justicia y a la progresividad de una causa. Son, precisamente, los atributos de la lucha estudiantil en curso. Y por eso debe ser incondicionalmente apoyada.
* Profesor titular de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA).

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