Viernes, 5 de agosto de 2011 | Hoy
Hoy son trece las universidades nacionales que dictan clases en cárceles. La experiencia pionera fue la de la UBA y hoy la mayor oferta es la de la Universidad de Cuyo: “Nuestro trabajo comenzó por la solicitud de dos estudiantes que se filtraron en el ingreso, y luego se descubrió que eran internos de un penal”, dice el coordinador universitario de la UNCu, Alberto Molina, encargado del programa Educación en Contextos de Encierro. En 2008 la universidad firmó un convenio para formalizar un trabajo que ya venían realizando las unidades académicas de la institución: “Hoy tenemos la mayor oferta universitaria del país en esta modalidad, contamos con doce carreras. Y la más elegida, para sorpresa de muchos que piensan en Derecho, es Trabajo Social –agrega Molina–. Tenemos resultados académicos, pero además es una gran experiencia humana. Los internos mismos van haciendo un proceso de reconstrucción subjetiva, van construyendo una nueva libertad. El cambio es impresionante. En la cárcel se pierde la palabra, con este programa vuelve la palabra como principal forma de expresión. Se reconstruye el vínculo con la familia de los internos, porque ven que la persona está dando otros pasos. Hasta la relación con los propios hijos cambia. Esto se nota en las visitas”. La edad de los alumnos va de los 20 a los 60, hombres y mujeres. La UNCu interviene en todas las cárceles de Mendoza y cuenta, por el momento, con 35 internos universitarios, y se prevé la entrada de 30 personas más. “Si bien el impacto numérico es pequeño, cada día va creciendo y se traduce en un aumento de todos los niveles, porque los que aún no han terminado la primaria o la secundaria ven a sus compañeros universitarios y quieren progresar”.
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