Martes, 17 de julio de 2007 | Hoy
UNIVERSIDAD › OPINION
Por Marcelo Langieri *
El año 1918 reunió dos acontecimientos muy especiales: uno, de trascendencia universal, la Reforma Universitaria en una naciente ciudadanía. El otro podría decirse que fue tan menor como conocido: la nevada en Buenos Aires. Una nevada irrepetible que se hizo leyenda y, según la cual, posiblemente para orgullo de los afortunados testigos, los porteños y bonaerenses no volveríamos a ver. Podría, en el mejor de los casos, tenerse un abuelo testigo del fenómeno, algún testimonio gráfico y difíciles fotos familiares que lo atestiguaran. Así crecimos, sin añoranza, sin expectativas, y con la convicción de que para conocer la nieve había que irse a Bariloche.
Pero volvamos a la Reforma del ‘18. América, el mundo, la saludó, la tuvo como fuente de inspiración para modernizar el sistema de educación superior, para señalar los derechos que le faltaban. Y en nuestra tierra fue un paso decisivo en el camino de construir una nación independiente con fuertes expectativas sociales igualitarias.
Casi 90 años después, en Buenos Aires volvió a nevar. Nadie lo esperaba, nadie lo creía. Es posible que ello haya contribuido a desatar una gran alegría popular. De pronto se establecía un vínculo con un pasado remoto pero familiar. De pronto teníamos algo para compartir, una fiesta en la que estábamos todos incluidos. La nieve era de todos y para todos, inclusive para aquellos que, desprovistos de todo, no la pudieron resistir. Pero a éstos no los mató el frío, los mató la pobreza, el abandono al que están sometidos y a lo mejor la nieve en algún instante les arrancó una última y doliente sonrisa.
Casi 90 años después de la Reforma, la Universidad de Buenos Aires discute (¿discute?) la reforma de sus estatutos. Muchos creímos que una nueva reforma era posible, que lo único irrepetible del ‘18 era la nevada.
Nevó en Buenos Aires y estuvimos todos. Para que exista reforma, como legado memorial para nuestros nietos, deberíamos estar todos, discutiendo, participando, eligiendo, protagonizando. Nuestros nietos van a recordar la nevada. Ahora tenemos miles de fotos y videos. La leyenda era realidad, la vimos, la tocamos. Lamentablemente, otras realidades van camino a la leyenda y los responsables de la obra van camino al desván de la historia.
* Secretario académico de la Carrera de Sociología (UBA).
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