El cuento por su autor

El propósito inicial de “Tánger” consistió en averiguar de qué modo un espacio de existencia “real”, devaluado por no pocos ingredientes de tediosa rutina, soportaría la conversión narrativa inducida por la ficción. En esos años –primeros ’70– mis tentativas literarias buscaban “copiar” lo real para volverlo fantástico preservando la categoría –indispensable– de verosimilitud. Hice lo que pude pero, en todos los casos, y “Tánger” me sirve de muestra, la prueba tuvo que ver con el ejercicio de la mirada directa (impiadosa) consignada en anotaciones diarias hasta que, de manera siempre un poco inesperada, surgía la historia. La construcción de Madranza, en definitiva un modelo real, y su peripecia hasta el encuentro con lo que solemos llamar destino, me tomó más de quince años. Yo abandonaba cada vez este proyecto que, además, iba cambiando con los cambios que mi propia vida iba experimentando. Al fin, posiblemente en 1990, le di la forma que hoy tiene, salvo pequeñas alteraciones que le hice al texto en la versión definitiva que editó Adriana Hidalgo en 1999 en el libro Los peligros de la dicha.

Por último, recuerdo, como si se tratara de un afán remoto. que imaginé el carácter de Madranza y el contexto suburbano de su rutina teniendo al costado de la mirada los primeros personajes camusianos en cierta Argelia también imaginaria.