“Catalinas” pertenece a un conjunto de cinco relatos que forman un libro inédito, para cuya redacción contraté a un escritor fantasma. La consigna que le di fue amplia: escribir de corrido, sin planificar ni organizar ni detenerse. Cumplió fácilmente y con gran placer. Se escuchaban incluso sus risas en voz alta cuando trabajaba en el cuartito que le tengo reservado. La risa podría explicarse por el sentimiento de liberación que le brindaba esa escritura fluida, tan en contraste con sus trabajos anteriores. Pero yo creo que había algo más, en el orden de la burla: se reía quizá de los lectores, quizá también de mí. Su burla, si la hubo, iba a costarle caro. Anticipándose a los plazos establecidos me entregó un primer borrador, que aprobé. Pero fue incapaz de retrabajar el texto. Le era ajeno. Una ajenidad infranqueable. Naturalmente postergué el pago hasta que entregara la versión definitiva. Pasaron más de diez años; de vez en cuando él hacía un intento y fracasaba. Sólo en 2014 me entregó una versión que consideré publicable. Luego de haber hecho efectiva la totalidad del pago, firmo y presento parte de uno de los relatos.