PLáSTICA › LAS PRIMERAS EXPERIENCIAS DEL LLAMADO “ARTE TRANSGENICO”
Desde la Biblia hacia “Rabbit Remix”
Por E. K.
Quisiera subrayar un aspecto de mi trabajo que llamé arte “transgénico”, en el que resulta difícil separar lo biológico de lo tecnológico. El primer trabajo que desarrollé dentro de esta concepción se llamó Génesis. Fue mostrado como parte de la exposición que vino de España, El final del Eclipse, en el Museo Nacional de Bellas Artes (ver foto). Allí tomé el texto de la Biblia (de la web), lo pegué en formato word; lo traduje a alfabeto Morse (con la computadora) y creé mi propio código para pasar de Morse a código genético, hasta producir un “gen” de la Biblia, que, claro, es una cosa absurda. Cuando logré crear este “gen”, lo envié a una compañía especializada en síntesis de genes y dos semanas después recibí un paquete de Fedex con el gen. Bueno, la primera vez que vi el gen sintetizado tuve mi momento “shakespeareano” particular y me pregunté si era posible que la vida estuviera en eso, to be or not to be. Luego creé un contexto: la bacteria del Génesis, y pasamos del gen del Génesis a los organismo vivos del Génesis. Pero ¿cuál es el contexto cultural para organismo vivos creados específicamente para la obra de arte? Hice entonces una instalación con luz ultravioleta y en la pared proyecté la secuencia genética en Morse, también la secuencia de la Biblia. Y cuando las personas usan el mouse de su computadora en su casa o en la galería, la caja de luz ultravioleta emite luz de baja frecuencia y esto causa una verdadera mutación en la bacteria. Es decir que esta luz cambia el gen. Es decir que una acción local muy pequeña puede tener una consecuencia profunda en un sitio muy lejano. Abajo, en la instalación, está el servidor que controla la caja y que controla la luz como también la cámara de video que envía la imagen en tiempo real.
El segundo trabajo fue el de la coneja Alba, que todavía estoy desarrollando y voy a exponer en Brasil el 9 de septiembre. El título es Rabbit Remix. Todo empieza con la idea de imaginar un ser vivo, después trabajar con aquellos materiales para traer este ser de la imaginación hacia el mundo físico, en un gesto que tiene una carga simbólica pero también social muy fuerte. Propuse crear una coneja con un gen de medusa para que cuando se viera la coneja bajo una luz azul emitiera luz verde.
Empecé a estudiar, a hablar con profesionales, hice cursos sobre el tema. No quería hacer nada que fuera doloroso ni reñido con la ética. Y comprendí muy pronto que esta proteína –de las medusas– es estándar en el trabajo científico, y se usa como marcador visual. No cambia ni el comportamiento ni la morfología de los animales, ni tiene consecuencias físicas. Entonces tuve la idea de utilizarlo como un marcador social, simbólico. Eso fue en el 2000. Quería tener públicamente una responsabilidad visual por esta coneja, es decir, que no se quedara solamente en el laboratorio, sino que viniera a mi casa porque es un espacio privado y particular, en el que generaría un intercambio.
Trabajé directamente con los científicos y todo estaba muy bien, pero a último minuto el director decidió que la coneja no saliera del laboratorio por temor a la repercusión en la prensa. Entonces comencé una campaña para exigir la liberación de la coneja y desarrollé toda una serie de trabajos que hablan de ella y de mi experiencia. De su ausencia y su presencia en el espacio social y de la transformación de la idea y de la imagen de Alba por los medios de comunicación. Es decir, el trabajo consistía en crear un contexto para producir un diálogo social entre públicos de campos diferentes para reflexionar sobre los cambios culturales, ecológicos, sociales, que trae la biotecnología. Desarrollé, por ejemplo, una serie de fotos en las que se ve no sólo la noticia de la coneja, sino el diario..., la idea era hablar sobre la transformación del tema en el contexto de los medios de comunicación. Le Monde la puso en la primera página junto con noticias del conflicto entre Israel y Palestina. En Brasil, la Folha de Sao Paulo mostró esta misma foto, pero en otro contexto. El Washington Post puso la historia en el marco de la política, el escándalo y el espectáculo. Cada periódico lo colocó en un contexto que cambió esa imagen. Realicé también una serie de dibujos que hablan de mis reflexiones y mi relación con Alba. Este trabajo está aún en desarrollo. Todavía sigo exigiendo la liberación de la coneja, sigo insistiendo sobre algo que implica cuestiones filosóficas y éticas. Ahora con la etología cognitiva, que es una nueva disciplina, se empieza a descubrir que en muchos animales encontramos una ética de reglas de comportamiento que es muy compleja e interesante.