Lunes, 16 de junio de 2008 | Hoy
Se ha matado a lo largo de la historia argentina y se mata: el fusilamiento, la tortura y el castigo ejemplificador desde el Estado han sido más que reiterados, también en tiempos de democracias formales. Es así como da mucha rabia, nostalgia y enojo así como una inmensa tristeza recordar y hacer memoria en torno de lo ocurrido el 4 de abril de 2007 en Arroyito. Tratando e intentando explicar lo inexplicable. El asesinato de nuestro compañero en el marco de protesta social a manos de la policía provincial por orden directa del gobernador de entonces, Jorge Sobisch.
Entonces decimos que toda ejecución es ilegítima. Todo fusilado es y será un fusilado político. Porque aún creemos que la sociedad neuquina en particular tiene que reflexionar sobre lo ocurrido, a los efectos de terminar de una vez por todas con la ominosa costumbre del Estado de asesinar, de someter a los trabajadores a indignas condiciones de trabajo, de generar exclusión social en amplios sectores de la sociedad que viven hacinados. Porque está claro que estos fenómenos son posibles porque existe impunidad y cobardía.
Exigimos al Poder Judicial más celeridad en el trabajo. Más juicios y más testimonios. ¡Más condena! A una Justicia que hasta el momento se ha manifestado ineficiente y lenta. Vale la pena preguntarse entonces: ¿Hasta cuándo seguiremos aceptando que estos hechos sigan ocurriendo? ¿Hasta cuándo seguiremos ignorando, en la capital de los “derechos humanos”, que estos hechos como el fusilamiento desprecian la vida de las personas?
CPEM Nº 69
Carlos Fuentealba
Neuquén Capital
Hugo Alberto Alvarez
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