Jueves, 11 de septiembre de 2008 | Hoy
¿Sobre qué ética se basa la transgresión de una ley?
¿Hay que tolerar que autoridades (¿autoridades?, para eso no hay que saber de qué se tratan los temas de los que se habla) opinen y decidan sobre temas perfectamente aclarados y establecidos por ley, contradiciéndola?
Para Aldo Saracco, ministro de salud (sí, así en minúscula) de Mendoza, la prioridad es “preservar la vida de las personas por nacer y ya nacidas”. Pareciera no importar si hay en el medio una menor violada y que, por ignorancia de la familia así como de la mayoría de los ciudadanos, se ha recurrido a la Justicia (cuando la ley, en esas condiciones, determina que no es necesario), a esa Justicia que tampoco sabe que no es necesario pedir intervención del comité de bioética (sí, en minúscula) alguno.
Esto quiere decir, en definitiva, que la ley es un papel ajado y olvidado y que los derechos de los ciudadanos dependen de las éticas particulares de algunas personas, si el ministro es católico apostólico romano o si es mahometano, si el comité de bioética es conservador o progresista (difícilmente sea esto último, ya que cuando hablamos de bioética hablamos de un terreno minado de religión y de filosofías conservadoras).
Una vez más los derechos de los ciudadanos se ven avasallados por los caprichos de personajes que demuestran no tener la capacidad ni las alturas necesarias para ocupar los lugares en los que el azar los ha depositado.
Ricardo H. Amorena
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