Miércoles, 6 de abril de 2011 | Hoy
CIENCIA › DIáLOGO CON JULIETA GAZTAñAGA, DOCTORA EN ANTROPOLOGíA DE LA UBA, INVESTIGADORA DEL CONICET
¿El jinete hipotético es federal o sólo es supuestamente federal? Difícil decirlo, ya que el federalismo es una hipótesis que puede desvanecerse en el aire. Por eso recurre a Julieta Gaztañaga, para responder a una pregunta: soy hipotético, sí, pero, además, ¿soy federal?
Por Leonardo Moledo
–El título de su proyecto es una pregunta: “¿Existe un nuevo federalismo?”. Lo cual, si uno se pone a pensar, no es nada raro, puesto que toda investigación empieza por una pregunta.
–Claro. Lo que hago en ese proyecto es estudiar la región centro (las provincias de Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos). Es un estudio antropológico, pero no en un sentido antropológico tradicional. No es tradicional porque la antropología post-evolucionista se ha ocupado generalmente de los llamados pueblos etnográficos, de la alteridad cultural. Investigar la política contemporánea moderna no es una temática tradicional en la antropología. Por otro lado, no es un estudio completamente local (cuando la antropología suele estudiar las cosas a escala local). Mi trabajo supone una escala multisituada y en un marco histórico ampliado.
–¿Hay un nuevo federalismo?
–La investigación está en proceso. Para responder eso, antes que nada, tenemos que preguntarnos qué es el federalismo para esta gente. Lo que es interesante en la región centro es justamente que surge tras la Reforma Constitucional del ’94, que introduce el término “región” por primera vez y genera la posibilidad de que las provincias generen regiones. Entonces ya no estamos ante regiones geográficas, sino ante regiones que se crean para el desarrollo económico y social. La Constitución habilita jurídicamente el surgimiento de regiones, conformadas a partir de la voluntad de las provincias. Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos han tenido procesos de acercamiento muy fuertes durante los ’90 por diferentes políticas públicas, por arreglos partidarios entre los gobernadores del justicialismo, y se lanzaron como región oficialmente en 2004. El tema del federalismo es un tema que surgió después. En todo el proceso de constitución de la región se repetía una frase: “Queremos federalismo verdadero”, lo cual implicaba salir de la subordinación en que se hallan las provincias.
–Pero, culturalmente, Córdoba es muy distinta de Entre Ríos, ¿no?
–Y Santa Fe y Entre Ríos estuvieron históricamente enfrentadas. Pero la historia también está hecha de olvidos: ahora esas provincias se unen y apelan al federalismo como paraguas. Una preocupación posterior fue determinar qué significaba el concepto de federalismo, y no agotar el tema diciendo que se trata simplemente de una apelación maniquea. ¿Qué hay por detrás de esto? ¿A qué se refiere esta gente cuando habla de federalismo para legitimar un acuerdo político, económico, social y cultural?
–¿A qué?
–Bueno, lo que hay por detrás es una heterogeneidad profundísima, que es por un lado muy rica (porque permite creaciones institucionales como la región centro) y por otro lado genera muchos conflictos. Un ejemplo fue con la 125: donde antes había una postura clara en la negociación de las retenciones, empezó a haber cismas. ¿Es un nuevo federalismo? El federalismo es un tema que ha sido estudiado tradicionalmente por historiadores y por juristas. Es difícil trabajar con este concepto porque es muy maleable. Muchos historiadores dicen que el federalismo ha funcionado para defender preocupaciones de tipo local.
–¿De tipo local?
–Claro, a nivel provincial, o municipal. Retomando esta idea, a mí me interesó concebir al federalismo desde un punto de vista local. Lo que pretendo es poder desmenuzar los significados y las prácticas que hay detrás del federalismo.
–¿Cuáles son los significados y cuáles son las prácticas?
–De momento me estoy dedicando a la marcha de la región centro desde 2004; un ámbito donde se reflejan los significados y prácticas es en la creación de misiones comerciales encabezadas por los gobernadores. La primera fue a China, pero hubo a Rusia, a Centroamérica, a India. Este es un buen ámbito para consolidar el federalismo, porque les permite una cierta autonomía para llevar al mundo la producción agropecuaria y establecer contactos con empresarios sin esperar políticas a nivel nacional.
–¿Marchamos hacia un federalismo como el de Estados Unidos, que es muy federal?
–En Estados Unidos hay una discusión fuerte entre los hamiltonianos, que pretenden respetar las autonomías respetando y fortaleciendo el poder central, y los jeffersonianos, que fomentan el autogobierno. Por eso cuesta mucho compararlo con otras experiencias. De momento, lo más fuerte es la cuestión fiscal.
–Como siempre, o casi siempre. Como Cataluña, ¿no? El problema es siempre que las regiones ricas no quieren pagar impuestos que no se van a usar en su región sino en otras más pobres.
–Bueno, pero por otra parte los federalismos son formas de mitigar las desigualdades y las inequidades, que son producto incluso de cuestiones climatológicas (que exceden la voluntad de los ciudadanos y los gobiernos). A veces las apelaciones en términos fiscales son lenguajes simbólicos para dirimir otros temas.
–¿Qué temas?
–Temas políticos, sociales, partidarios. El lenguaje fiscal se transforma en un lenguaje palpable para hablar de cosas que por ahí no son tan palpables. Yo hablo de la región centro como una entidad en marcha, y lo cierto es que en realidad es una entidad en conformación: no está completamente institucionalizada, porque sigue siendo víctima de los cambios gubernamentales. Cuando se lanza originalmente, se lanza con muchísimo vigor. Pero luego muchos proyectos quedan a mitad de camino por desavenencias entre los gobiernos.
–¿Y cómo vive la gente ese proceso? ¿Hay, por ejemplo, un rechazo de lo porteño?
–En el trabajo de campo no he encontrado eso. La región centro contiene foros de la sociedad civil, que son espacios ciudadanos sin capacidad de decisión, pero con capacidad de elevar propuestas. Esos lugares se transforman en instancias de intercambio sumamente importantes para traer a la mesa cuestiones como el manejo de las cajas previsionales. En realidad, la región centro constituye un proceso de integración como puede ser el Mercosur, sólo que a un nivel subnacional. Piense, además, que es un proceso relativamente nuevo.
–¿Qué avances se han logrado?
–A nivel educación ha habido proyectos muy interesantes de unificación de planes de estudio: a un estudiante de una provincia le es absolutamente reconocido el plan de estudios en otra. Eso es importante, porque hay mucho movimiento de estudiantes. A nivel de infraestructura vial, también ha habido un gran progreso.
–¿Y la gente vive como integrante de la región o de su propia provincia?
–Debo aclarar que yo me dedico a la antropología política. Pero indirectamente puedo decir que mi trabajo de campo me revela que lo que prima es la identificación provincial. Pero son dos dimensiones distintas, una es la identitaria (cómo se siente la gente) y otra la política.
–Como en el Mercosur...
–Sí. Pero estas regiones abren nuevos espacios, que antes no existían. Yo estoy interesada en la creatividad social. Mi tesis doctoral se abocó al tema de trabajo político. Y creo que la región centro es un gran ejemplo de creatividad social a partir del trabajo político.
–¿Por qué?
–Cuando uno habla de “creatividad social” se refiere al proceso de creación de instituciones.
–¿Por ejemplo?
–Una política de salud, una política educativa, un nuevo impuesto, la creación de una región. Es amplísimo el campo. Cuando comencé a investigar cómo aparecía el federalismo en la región centro, lo que pretendí hacer es el mismo ejercicio que hice con la investigación sobre trabajo político: asumir que no se trata de una retórica vacía ni de una banalización conceptual. No quiero creer que federalismo es un concepto vacío ni creer que significa la redención histórica del interior.
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