Miércoles, 18 de enero de 2006 | Hoy
CIENCIA › BIOTECNOLOGIA: HUGO PERMINGEAT
El auge de los productos transgénicos parece haber llegado al mundo para quedarse. Justamente por eso, es importante la investigación sobre el impacto de las nuevas especies que se lanzan al ambiente sobre los ecosistemas.
Por Leonardo Moledo
Los procesos de creación y liberación de productos transgénicos requieren una serie de análisis rigurosos que determinen si no se afectan factores medioambientales con la introducción de genes ajenos a las especies. Muchas veces, los estudios inspiran desconfianza y levantan múltiples cuestionamientos. La Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Rosario desarrolla investigaciones que sirven como control de los estudios que llevan a cabo las compañías que trabajan con transgénicos. Hugo Permingeat es ingeniero agrónomo, doctor en biotecnología, trabaja en el laboratorio de Biología Molecular y es secretario general de la Facultad de Ciencias Agrarias de Rosario, donde se estudian las consecuencias de alterar genéticamente determinadas plantas y alimentos. El objetivo de los análisis es introducir y aplicar los descubrimientos en emprendimientos de interés comercial, luego de establecer qué tipos de transgenie afectan y cuáles no al ecosistema.
–¿Y cuál es su tema de trabajo? ¿A qué dedica su investigación?
–En este momento estoy abriendo una línea nueva independiente de trabajo.
–¿Hasta ahora qué hacía?
–Desde el año ’89 y hasta hace poco estuve trabajando con desarrollo de materiales transgénicos, sobre todo en maíz, que fue mi tema de tesis. Pero también trabajé con trigo, donde se apuntó a mejorar la calidad panadera de los trigos argentinos a partir del trigo transgénico, y en un proyecto de algodón para disponer de algodones argentinos resistentes a los insectos.
–¿Y se consiguió?
–En realidad los objetivos fueron siempre alcanzados. El asunto es que nunca pudieron ser transferidos por distintos motivos de globalización de distintas empresas: es decir, logramos resultados pero no empresas que los adoptaran. Nuestro trabajo era de laboratorio, la parte genética convencional de introgresión de los genes en los cultivos comerciales escapaba a los objetivos del grupo.
–¿Pero se podría haber hecho?
–Se podría haber hecho pero con algún cuestionamiento técnico. Recién hace un par de años se comenzó a introducir el fragmento génico de interés. Cuando empezó todo el tema de los transgénicos se ponía más ADN del que en realidad necesitaba la planta. En realidad, no tiene efectos adversos, pero el mero cuestionamiento nos hubiese obligado a repetir todos los desarrollos para poder eliminar el excedente de ADN, que era innecesario.
–Eso hizo hasta ahora. ¿Y de ahora en adelante?
–De ahora en más estoy estudiando maíces autorizados para la comercialización de transgénicos tolerantes a los insectos. Además, estudio los efectos o residualidad de las proteínas que producen los transgenes introducidos tanto sea en alimentos como en suelo.
–¿Por qué no cuenta de qué se trata eso?
–Bueno, el maíz transgénico autorizado para comercialización está produciendo una proteína que antes no producía.
–O sea que no sólo resisten a los insectos.
–Están diseñados para defenderse de los insectos, pero en esa defensa está implícita la extracción de una proteína presente en la planta transgénica pero ausente en la original. Entonces, lo que estudiamos es la residualidad o la persistencia de esa nueva proteína en distintos tipos de alimentos que se encuentran en las góndolas de los supermercados. Por otro lado, se sabe que las plantas rizosecretan, es decir, secretan a través de las raíces determinados compuestos. Generalmente son compuestos chicos, pero en algunos casos también aparecen proteínas. Lo que hacemos es estudiar los niveles de exudación de esas raíces para determinar el efecto ambiental que pueden tener. Por ejemplo, podrían alterar algún ecosistema en el subsuelo.
–¿Y lo alteran?
–Los resultados que encontramos en nuestros estudios (obviamente los estudios se hicieron con controles) demostraron que la residualidad de la proteína es nula. La proteína se degrada rápidamente en el suelo y no tiene diferencia con lotes cultivados con maíces no transgénicos. La proteína se detecta, pero se detecta en iguales niveles en los dos tipos de lotes: en los cultivados con maíz transgénico y en los cultivados sin maíz transgénico. Y esto se debe a que la bacteria de la cual se obtuvo inicialmente el gen que después se puso en la planta es un habitante normal del suelo.
–¿Qué más descubrieron?
–El otro resultado es en alimentos. En todos los procesos de elaboración de los alimentos hay procesos de molienda primero, cambios drásticos de ph, muchos procesos físicos que terminan alterando totalmente la proteína. La proteína se detecta en muy bajas concentraciones en aquellos alimentos que no tienen un grado de procesamiento alto como son las polentas, por ejemplo. Ahora, si vamos a buscar chizitos, copos de maíz, no se encuentran ni los genes ni las proteínas.
–Y si se encontraran, ¿qué pasaría?
–No pasaría nada. Todos estos estudios son requeridos en el proceso de liberación... en general los hacen las empresas.
–Y ustedes los reproducen...
–Lo del suelo no, lo del suelo es una línea de búsqueda original. Lo de los alimentos, en cambio, lo aprovechamos para hacer un monitoreo. Lo de alimentos ya se sabía porque las mismas empresas tuvieron que presentar informes a la Conavia y al Senasa. Nosotros encontramos resultados similares a lo que las empresas habían informado.
–O sea que la universidad funciona como organismo de control, en cierta forma.
–Exacto. Esto de los alimentos fue algo anecdótico: como estábamos buscando proteínas en suelo, las mismas metodologías podían aplicarse en alimentos y entonces abrimos una pequeña línea para corroborar eso.
–¿El proyecto ese está terminado?
–Sí.
–¿Y ahora?
–En este momento hemos identificado en la facultad ecotipos de amarantus, el chucho colorado, que son tolerantes a distintos tipos de herbicidas.
–¿Qué son los ecotipos?
–A ver... el chucho colorado es una maleza que aparece en distintas localidades, en distintos ambientes, en distintos ecosistemas: a eso nos referimos cuando hablamos de ecotipos. En los ecotipos agrícolas, donde se pulverizan los campos con distintos tipos de herbicidas, los chuchos colorados han adquirido resistencia. Esa resistencia ha sido evaluada por un grupo de investigadores de la facultad en condiciones in vivo. Después de verificar que toleraban hasta 20 veces las dosis de aplicación normal a campo, lo que estamos haciendo en estos momentos es confirmar esos resultados por actividad in vitro, es decir, estamos sacando las proteínas de esas plantas y haciendo ensayos. Sabemos cuál es la enzima que está involucrada en ese proceso de tolerancia o de inhibición y en estos momentos estamos confirmando esos resultados. Paralelamente, estamos abocados a clonar, a aislar los genes de resistencia, para disponer de alguno y poder probarlo primero en una planta modelo y en una segunda etapa en una planta de interés comercial.
–¿Y piensan que todas estas cosas las podrán transferir?
–Y, alguna vez sí.
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