Miércoles, 18 de enero de 2006 | Hoy
Las dudas sobre la venida de Evo quedaron atrás. Estuvo en la Casa de Gobierno, compartiendo café y buenas ondas. El precio del gas no estuvo en el centro de la agenda compartida.
Por Diego Schurman
–¿Qué te parece el tema del gas? Te van a estar preguntando –se preocupó Néstor Kirchner por lo que sucedería puertas afuera.
–Tengo que interiorizarme más. Los bolivianos no tenemos gas y somos exportadores –marcó la contradicción Evo Morales, en una frase que luego repetiría como un calco durante la conferencia de prensa.
En el despacho presidencial a todos les quedó en claro que no era un encuentro de definiciones. Sin embargo, hicieron lo posible para persuadir al visitante de alcanzar algún acuerdo en el precio del gas que se importa desde el Altiplano.
Morales se llevó unas carpetas que Julio De Vido le preparó para la ocasión. El ministro de Planificación es la persona a la que Kirchner le encomendó los acuerdos energéticos de toda la región. En la mesa donde se repasaron los últimos acuerdos sobre el fluido también se sentaron el canciller Jorge Taiana, la ministra de Economía, Felisa Miceli, y el jefe de Gabinete, Alberto Fernández.
La Argentina importa a razón de más de cuatro millones de metros cúbicos diarios y a un precio de 3,18 dólares por millón de BTU (Unidades Técnico Británicas). Pero el vicepresidente electo, Alvaro García Linera, anunció el fin del “precio solidario”, lo que apurará la renegociación de los contratos con Bolivia. No representa, de todos modos, una catástrofe: sólo importa de ese país el 4 por ciento del gas que consume.
La imposibilidad de cerrar algún tipo de acuerdo –en rigor ambos mandatarios habían anticipado que eso no ocurriría en la víspera– no logró atenuar el intercambio de gestos: Kirchner ensalzándolo y sumándolo a las bromas, Evo mostrando una humildad que los anfitriones se esmeraron en destacar.
–Aprendo de usted cómo se sale de la crisis. Aprendo de todos los mandatarios extranjeros, con los que seguiré hablando –le manifestó, con sencillez, el dirigente cocalero.
Hace más de un año, De Vido y Oscar Parrilli habían abierto las puertas de la Rosada a Evo cuando alcanzar el gobierno de Bolivia parecía una quimera. El secretario general de la Presidencia lo recibió nuevamente ayer, ya como mandatario electo. Escuchó un agradecimiento por el envío del Tango 10, con capacidad de 7 plazas, que lo trajo al Aeroparque Jorge Newbery. Y también la buena recepción que tuvo en Europa.
Tras el acto protocolar en el Salón Sur, llamó la atención a varios testigos la caminata que Kirchner y Evo hicieron abrazados fraternalmente hasta el despacho presidencial.
–¡Qué suerte que viniste! –repitió el santacruceño, como si aquella posibilidad de inasistencia, por falta de invitación formal, hubiera sido alta.
El boliviano se enteró en su paso por Argentina de que el presidente chileno Ricardo Lagos sería de la partida en el acto de asunción del próximo domingo (ver pág. 15). Todo un dato teniendo en cuenta el conflicto con ese país que hace caso omiso al reclamo de una salida al mar.
El diálogo con Kirchner fue llano, la oferta líquida también: algo de agua y café. Salvo la lágrima, para el mandatario argentino. Evo, su vocero Alex Contrera y quien se menciona como futuro ministro de Economía, Juan Ramón Quintana, ya habían desayunado en el Aeroparque.
Inmigrantes, Mercosur, proyectos de cooperación bilateral, también formaron parte de la agenda. Pero el Gobierno puso el eje en el gas. Las negociaciones recién empiezan.
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