CONTRATAPA
¡Es la cultura, políticos!
Por Roberto “Tito” Cossa
El doctor Eduardo Duhalde miró uno a uno a los hombres y mujeres que lo rodeaban, ministros y secretarios, se acodó en la mesa de la Sala de Situaciones y dijo con satisfacción:
–Y ahora que estamos todos... ¡a gobernar!
El Presidente tocó un timbre y al instante ingresó un septuagenario con chaqueta blanca y gestos reverenciales.
–¿Todos toman café?, preguntó Duhalde y todos asintieron. Veinticuatro cafés, ordenó.
El septuagenario mayordomo se quedó en su lugar, vacilante.
–¿Pasa algo?, preguntó el Presidente.
–Siempre piden 25 cafés.
Duhalde lo miró extrañado. Contó a los presentes de a uno con el dedo índice y terminó señalándose el pecho:
–Somos veinticuatro.
–Siempre piden 25, Excelencia.
–¿Qué quiere decir? ¿Que falta uno?
–Digo que siempre piden 25 cafés, Excelencia, insistió con aire profesional. Salvo cuando estaba el doctor De la Rúa que servía 24, pero era porque el doctor Rodríguez Giavarini pedía un yogur.
El mayordomo hizo una ligera reverencia y salió. Duhalde se dirigió a sus ministros y secretarios.
–¿Falta nombrar a alguien?
Los hombres y las mujeres se miraron entre sí y no contestaron. Duhalde se dirigió a Aníbal Fernández.
–Llamalo al escribano Echegaray.
–Está de vacaciones y no sé dónde.
Duhalde volvió a recorrer con la mirada, ahora deteniéndose en cada uno y musitando: Economía, Interior, Cancillería, Educación, Agricultura, jefe de Gabinete, secretario, Salud, Producción, Turismo... Cuando terminó el conteo, consagró:
–Veintitrés. Yo creo que estamos todos.
–Yo escuché decir que el gabinete completo son 24, afirmó el joven Capitanich.
Se hizo una pausa.
–Convendría confirmarlo –aconsejó Remes Lenicov–. No podemos aparecer como improvisados ante el Fondo.
–Comunicame con Alfonsín, le ordenó el Presidente a Aníbal Fernández.
El secretario tecleó, hizo la comunicación y le pasó el celular al doctor Duhalde.
–¿Raúl? Quiero hacerle una pregunta... ¿Cuántos integrantes tenía su gabinete? Ahhh... 24. (Se lo notó desilusionado.) Y dígame... ¿se acuerda de todos? Grinspun en Economía... Tróccoli Interior... Borrás en Defensa...
Duhalde fue anotando prolijamente los nombres y los cargos que le dictaba Alfonsín de memoria.
–¿Esos son todos? ¿Ministros y secretarios? Gracias, Raúl.
Duhalde clausuró la llamada y punteó la lista.
–¿Ven? ¡Son 23! –dijo triunfal.
En ese instante reingresó el mozo con la bandeja cargada de tacitas de café humeante. Distribuyó las tacitas mientras musitaba:
–Siempre fueron 25, contando al Presidente.
El celular de Aníbal Fernández chisporroteó; el secretario atendió, escuchó, dijo gracias y miró preocupado a Duhalde. –Era Alfonsín. Dice que se olvidó de un tal Gorostiza que estaba en su gabinete.
–¿Y qué hacía?
–No se acuerda.
Se hizo un largo silencio. Duhalde congeló la mirada en el retrato de Sarmiento que colgaba de la pared.
–Vamos a tener que nombrar a alguien...
–Puede ser un extrapartidario... dijo tímidamente Juampi Cafiero.
Las voces se superpusieron, cada uno pronunció el nombre de un candidato distinto. Hasta que se afirmó la idea de Atanasov.
–Tiene que ser alguien del sector gremial. Somos peronistas, en definitiva. Y aclaró, mirando a Jaunarena: casi todos.
Duhalde se quedó pensativo hasta que habló.
–Está bien, dijo y ordenó:
–Aníbal... Llamalo a Barrionuevo. Decile que lo quiero en el gabinete. Y después vemos para qué.