Miércoles, 27 de febrero de 2013 | Hoy
Por Jack Fuchs *
En Rusia celebraron recientemente el 70° aniversario de la batalla de Stalingrado. Me provoca cierto escozor. Muchos medios, entre ellos la BBC de Londres, hicieron alusión a este evento en la historia como un punto de inflexión en la Segunda Guerra Mundial. No tengo interés en detenerme en los hechos bélicos, los detalles sangrientos de la batalla; ni siquiera en lo que muchos llaman la primera derrota nazi. En realidad, quiero preguntarme sobre el silencio, sobre la prensa, en fin, nuevamente sobre la indiferencia del ser humano.
En 1943, la situación en Europa era lejana a la de una victoria. La destrucción era total. El aparato para liquidar al pueblo judío en Europa estaba en marcha, en plena vigencia. En toda Europa, en Polonia, en Francia, en Grecia, en Hungría, por nombrar algunos países, había cerca de 3.000.000 de judíos para ese entonces. Dos guerras se daban simultáneamente: una contra el mundo libre y, a la par, una guerra contra el pueblo judío, perseguido metódica y sistemáticamente.
En 1943, los trenes de Roma, de Bélgica, de Hungría, de Checoslovaquia hacia Auschwitz no cesaban de andar. Su destino: las fábricas de la muerte, que no dejaron de funcionar hasta 1945.
Todo esto no hace más que revivir en mí una pregunta: ¿Cómo fue posible el silencio de la prensa mundial? ¿Por qué se mantuvo ajena a lo que ocurría con los judíos en Europa, especialmente en Polonia? ¿Ignorancia, insensibilidad, existencia de pactos de silencio? ¿Qué noticias se publicaban en el “mundo libre” durante la Segunda Guerra Mundial? ¿Qué sabía la gente común de lo que ocurría con los judíos en Europa?
¿1943, derrota del nazismo en Stalingrado? ¿Qué pasó ese año y los dos subsiguientes en Europa? Millones de muertos, entre los aliados, entre los nazis. Sólo en 1943 murieron tres millones de judíos. La batalla de Stalingrado no fue ninguna derrota definitiva del nazismo. Tampoco fue luego la victoria de quienes le arrancaron el poder al nazismo posteriormente.
A partir de 1940, se formaron muchos guetos pequeños que no duraron mucho y otros más grandes en los cuales se encerraba a los judíos. Lodz, mi ciudad natal, que contaba con una población judía de 200.000 personas, es un ejemplo. En mayo de 1940, los nazis deciden tomar un barrio de la ciudad y cerrarlo, sellarlo. Lo llamaron gueto. Los habitantes no judíos debían abandonarlo y todos los judíos que vivían fuera de él se vieron obligados a ingresar. Setenta y tres años después, me pregunto si en algún diario del mundo se publicó la noticia en ese momento.
¿De qué victoria me hablan? Incesantes transportes a los campos de la muerte, sin interrupción, sin pausa y el mundo se mantenía indiferente a la matanza de judíos. Durante los cinco años que duró la Segunda Guerra Mundial no se publicaron casi noticias sobre la persecución sistemática, sobre las muertes que se iban sumando día a día.
Entre septiembre de 1939 y mayo de 1945, la prensa mundial se enfocó en el desarrollo de las batallas, las estadísticas de soldados caídos, tanques destruidos, ciudades y edificios destruidos. Leyendo las memorias de Winston Churchill sobre la Segunda Guerra Mundial, encontré muchos detalles de las distintas batallas, pequeñas y grandes, y nada sobre la matanza del pueblo judío. La información sobre ella salió a la luz a finales de la guerra. A pesar de que algunos viajaban hacia el mundo libre con la información de la tragedia, ésta no se transformó en titulares de la prensa.
Una vez terminada la Segunda Guerra Mundial, éramos noso-tros, los sobrevivientes, quienes debíamos responder a las preguntas: “¿Qué pasó con Varsovia? ¿Qué sucedió con las comunidades judías europeas que desaparecieron por completo, como tragadas por la tierra?”. Qué ironía. Nosotros, los que veníamos de aquellos lugares inimaginables para los que no estuvieron allí, nos convertimos en los “informantes”. Pero no sabíamos nada tampoco, más allá del horror vivido.
La prensa mundial reflejó, en los años previos a la Solución Final, las distintas medidas y acciones perpetradas por los nazis. Los corresponsales extranjeros comentaban las principales acciones antijudías que llevaban a cabo los nazis en Alemania, Austria y Checoslovaquia previo al comienzo de la Segunda Guerra Mundial. Una vez comenzada la guerra, la información empezó a ser más escasa. De todas formas, menos de un año antes de que se iniciara la matanza sistemática de los judíos europeos, miembros de una organización política judía (Bund) lograron llevar información de manera clandestina al mundo libre y a su vez reportes con detalles de lo que ocurría fueron transmitidos por informantes y por grupos clandestinos polacos (Jan Karski, emisario de uno de ellos, informó personalmente a Franklin Roosevelt y al ministro británico Eden al respecto). Corría el año 1942.
No cabe duda de que la información estaba disponible y en una fecha bastante temprana, pero por motivos desconocidos, por lo menos para mí, no había interés en difundirla.
Hoy pienso y me pregunto si en Argentina se sabía lo que estaba ocurriendo en esos años. Yo sé que la prensa tenía información de los movimientos de los ejércitos, las bajas, los detalles de las invasiones. Todo ello aparecía en los titulares. Pero los cinco años que duraron los transportes desde distintos países de Europa hacia los campos de exterminio no se vieron reflejados en ese entonces en los diarios.
El mundo despertó al horror cuando ya millones habían muerto en el horror más silencioso.
* Pedagogo y escritor. Sobreviviente de Auschwitz.
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