CONTRATAPA

Cocinas

 Por Juan Gelman

“La falsificación de Irak-buscando-uranio-en-Níger es el microcosmos de un nudo perverso de toda clase de problemas. En vez de enfrentarlos, sus funcionarios de mayor jerarquía se cubren mutuamente y se apuñalan gentilmente por la espalda. La disculpa arrancada el 11 de julio al director de la CIA, George Tenet, es un clásico: confieso.” Este párrafo de un memorándum dirigido a Bush hijo el 14 de julio no fue acuñado por Hussein, por liberales izquierdizantes o por algún candidato demócrata a la presidencia acicateado por las elecciones que se avecinan. Es obra del comité directivo de la asociación Profesionales Veteranos de Inteligencia por la Sensatez (VIPS por sus siglas en inglés), de reciente nacimiento. La integran ex agentes de escritorio y operativos de la CIA y su miembro más notorio es Raymond McGovern, que durante 27 años fue un all intelligence agent –espía de uso múltiple– de la Compañía. El documento se hizo público y refleja un malhumor muy especial: el de servicios que no aceptan cargar con la responsabilidad de haber engañado al pueblo estadounidense y al mundo fabricando pruebas para invadir a Irak.
El memo acusa a la asesora de seguridad nacional, Condoleezza Rice, de haber introducido en el discurso presidencial sobre el estado de la Unión del 28 de enero las “16 palabras” acerca del presunto intento de Bagdad de comprar uranio a Níger que desataron una tormenta que no cesa. Pide la renuncia inmediata de Dick Cheney: señala sus repetidas visitas –“anómalas” en un vicepresidente– a la CIA y la situación de “analistas de inteligencia sometidos a una gran presión, acompañada de todo tipo de tácticas intimidatorias”, para que formularan la conclusión de que Saddam estaba retomando su programa de armas nucleares. En otro memorándum también dirigido a Bush, de fecha 1º de mayo –el día mismo en que el mandatario declaraba el fin de la guerra–, los VIPS se inconforman por “la cocina” de pruebas para atacar a Irak y opinan que algunos altos funcionarios “podrían ser graduados de la CIA-Instituto Culinario de EE.UU.”. “Nunca antes esa clase de tergiversación –se enojan– fue utilizada de manera tan sistemática para engañar a nuestros representantes con el objeto de que votaran a favor de la declaración de guerra.”
Los VIPS recuerdan que nadie en Washington puede fingir que sólo conoció la falsificación uranio/Irak después de dichas las desdichadas “16 palabras”, fábula en la que Cheney, Rumsfeld, Powell, Rice, Bush, Wolfowitz y otros incurren con reiteración. En febrero de 2002 la CIA y el Departamento de Estado enviaron a Níger al ex embajador Joseph Wilson para verificar esa denuncia y en marzo de ese año todo el gobierno norteamericano sabía que era un fraude. El ex diplomático no vaciló en dar el hecho a conocer en un artículo que hace dos semanas publicó The New York Times. Ya padece represalias. El columnista neoconservador Robert Novak reveló que la mujer de Wilson, Valerie Palmer, era una agente encubierta de la CIA. “Esto puede parecer algo contra mí, pero en realidades una tentativa destinada a impedir que otros hablen”, interpretó el esposo. Novak conoció el dato por “dos altos funcionarios del gobierno”, dijo. “No lo investigué, me lo dieron, pensaban que era importante, me dieron el nombre y lo usé”, explicó entrevistado hace unos días. Debe ser importante, sí: con ánimo de apagar el escándalo, la Casa Blanca no titubea en revelar la identidad de un agente encubierto aunque inutiliza así sus contactos presentes y pasados.
Los VIPS se muestran duros en su memo del 14/7: “Su negativa (la de Bush) a permitir que regresen a Irak los inspectores de las Naciones Unidas ha dejado perpleja a la comunidad internacional. Lo peor es que alimentó la sospecha de que Estados Unidos no quiere inspectores de la ONU en el país por temor a que impidan los intentos de ‘plantar’ algunas ‘armas de destrucción masiva’ en Irak, si los esfuerzos de encontrarlas siguen siendo infructuosos”. Y martillan: “Tiene razón el artículo que The Wall Street Journal publicó el 8 de abril: ‘Si EE.UU. no encuentra armas prohibidas de manera irrefutable, este fracaso nutrirá el escepticismo sobre los motivos de la guerra ya generalizado en el exterior’. Como muestran los acontecimientos de la semana pasada, ese escepticismo también se ha extendido rápidamente en nuestro país”.
Esta ancha irritación de los espías yanquis resultaría increíble hasta en una novela del propio Le Carré. Palidece, sin embargo, ante lo que el subjefe del Pentágono, Paul Wolfowitz, profirió el lunes pasado en Mosul: “Creo que todos los extranjeros deben dejar de interferir en los asuntos internos de Irak”. Bueno.

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