CONTRATAPA
Ecuaciones
Por Juan Gelman
El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas aprobó el 22 de mayo pasado la resolución que levanta el bloqueo económico que impuso a Irak durante 11 años y establece además un Fondo de Desarrollo para la reconstrucción del país que deberían alimentar las empresas que explotan su petróleo y su gas natural. El mismo día el presidente Bush firmó la orden ejecutiva 13.303 que otorga inmunidad judicial completa a dicho Fondo y, de paso, a las actividades de los grandes holdings petroleros en la tierra invadida: “La amenaza de incautación o de un proceso judicial contra el Fondo de Desarrollo para Irak, contra el petróleo iraquí y los intereses involucrados –reza el texto– constituye una amenaza excepcional y extraordinaria contra la seguridad nacional y la política exterior de EE.UU.”. En otras palabras, Bush hijo estima que Shell, Exxon, BP, Chevron, etc., están por encima del derecho internacional y aun local. Tom Devine, director jurídico de la organización sin fines de lucro Government Accountability Project, calificó la disposición de “cheque en blanco para la anarquía de las corporaciones... Traduciendo su lenguaje legalista, es una licencia para saquear a Irak y a sus habitantes”.
Los halcones gallinas de Washington inventaron hace tiempo la ecuación “seguridad (propia) = petróleo (ajeno)”. Es explícita en documentos como “Reconstruir la defensa de EE.UU.” y “Retos estratégicos de la política energética (de EE.UU.) en el siglo XXI” que circularon antes de 11 de septiembre y preconizan el dominio estadounidense del planeta por medios militares (véase Página/12, 21/11/02). Hay razones para ello y una principal: se achica la producción del oro negro que la naturaleza acumuló a lo largo de millones de años. También en EE.UU.: en 1970 era el primer productor mundial de petróleo –9,6 millones de barriles diarios contra 4,2 millones de Arabia Saudita– y hoy importa el 60 por ciento del que consume. En 1981 el precio del petróleo en EE.UU. era diez veces mayor que en 1971, se perforaban anualmente 4,5 veces más pozos que los diez años anteriores, y no obstante la producción bajó de 9,6 millones a 6,9 millones de barriles diarios. Declina hasta en los yacimientos de Prudhoe Bay, descubiertos en 1967 en la costa norte de Alaska lindante con el Artico, que prometían resultados fabulosos. Los hubo durante unos 12 años, 1,5 millón de barriles cada día: hoy apenas 350.000. Son datos que el banquero Matthew Simmons, presidente de la financiera Simmons & Co. International especializada en inversiones energéticas y asesor clave del gobierno Bush en la materia, proporcionó en el segundo Simposio internacional sobre el agotamiento del petróleo que tuvo lugar en París los días 26 y 27 de mayo último.
La vasta infraestructura industrial, agraria y de transporte de EE.UU. que se desarrolló en el siglo XX depende casi exclusivamente del petróleo, el gas natural y mucho menos del carbón, otro recurso no renovable. El experto Richard Heinberg, profesor del New College de California, subraya en su libro The Party’s Over-Oil, War and the Fate of the Industrial Societies (Se acabó la fiesta-Petróleo, guerra y el destino de las sociedades industriales) que ha disminuido considerablemente el rendimiento energético de la extracción petrolífera, que ya no habrá energía barata y que se aproxima una crisis de proporciones hacia el 2010. Anota que se insume energía para encontrar y producir petróleo; cuando se descubrió, con 1 unidad de energía invertida se obtenían de 100 a 300 unidades. Era petróleo “fácil”, pero los pozos enflaquecen y esa relación se redujo a 20 o 30 unidades de energía obtenida por 1 unidad invertida.La producción estadounidense de gas natural también se contrae continuamente.
Hay, sin embargo, una Tierra Prometida y Matthew Simmons la señaló al Simposio: “Todos los caminos conducen a Roma y Medio Oriente es la Roma del futuro en petróleo y gas natural”. El llamado triángulo sunita inflige duras pérdidas a las tropas ocupantes de Irak, pero el banquero piensa en “el triángulo de oro”. Explicó que su perímetro parte de Kirkuk, en el norte iraquí, baja hasta los grandes yacimientos de Irán, recorre luego unos 1200 km al sur hasta los ricos yacimientos de los Emiratos Arabes Unidos y retorna al punto de partida. Su extensión abarca a casi todos los campos petrolíferos perforados desde 1909 hasta finales de los ‘60, se regocijó Simmons. Se abstuvo de incluir la codiciada cuenca del Mar Caspio que entusiasma al gobierno de Bush y explica su intervención militar en Afganistán.
La columna vertebral del imperio que se nos quiere propinar es entonces la satisfacción del apetito de energía de las sociedades industrializadas. Es un apetito rapaz y ciego que no vacila en desatar “guerras preventivas”, ni toma en cuenta el mundo que se nos viene. O que está aquí. No lo ven ya los miles que murieron por la ola de calor que asoló a Europa –por ejemplo– en razón del calentamiento del planeta provocado por el dióxido de carbono que emana sin cesar del mundo “desarrollado”, ese que habita sólo una sexta parte de la humanidad.