EL PAíS › LO QUE SABE Y QUE PUEDE REVELAR EL AGENTE DE LA SIDE GARCIA

Una punta en la ruta de las coimas

Se hizo conocido por explicar cómo le pagaron a Telleldín en en el caso AMIA, y ahora puede ayudar a reactivar la causa por las coimas en el Senado. El sistema cash de los espías.

 Por Eduardo Tagliaferro

No es la revolución ni tampoco Casper, pero un fantasma vuelve a recorrer el Senado. Es el caso de las presuntas coimas que rodearon a la aprobación de la ley de reforma laboral durante el gobierno de Fernando de la Rúa. El gesto del presidente Néstor Kirchner de relevar al agente de la Side Isaac Eduardo García del secreto profesional, puede ser el primer paso para reactivar las investigaciones judiciales y llegar a la verdad.
Hasta el momento, el rol de García en la maniobra aparece limitado a la contratación de una veintena de teléfonos celulares desde los cuales se habría organizado el pago de los sobornos. Los aparatos telefónicos fueron rentados a nombre de la empresa Canteras Brandsen, de la que García era accionista. El espía reportaba al director de Contrainteligencia del organismo, el mayor de ejército Alejandro Brousson. Según pudo saber Página/12, los teléfonos fueron distribuidos y controlados por Daniel Medina, un ex suboficial retirado de la Fuerza Aérea, que fue llevado a la Side por Fernando de Santibañes, y que hacía las veces de su jefe de custodia. Por esas extrañas paradojas de la administración pública, Medina sobrevivió a las administraciones que siguieron a la del detective millonario, y hoy cumple las mismas funciones para el santacruceño Sergio Acevedo. Contrastando con el cerrado silencio que tuvo como respuesta este diario cuando quiso conocer la opinión de los senadores por las últimas noticias, uno de los funcionarios más cercanos al Presidente se limitó a señalar, previo pedido de la reserva de su nombre: “Creo que pronto habrá más novedades sobre este tema”.
El tema comenzará a crecer luego de la declaración judicial de García. El agente es el mismo que admitió en el juicio oral de la AMIA haber participado en el pago de 200 de los 400 mil dólares entregados por la Side a la mujer de Carlos Telleldín. Conocido como un típico militante radical de la zona de Glew, García ingresó a la Side en 1987 para cumplir tareas administrativas. Rápidamente devino en operativo. Durante el decanato de Hugo Anzorreguy, García pasó al grupo denominado Sala Patria. Allí comenzó a reportarle a Brousson.
Los anónimos que están en la causa y vinculan a García con el affaire del Senado señalan que junto a él estuvieron en el caso Brousson y De Santibañes. La mención es una clara descripción de la escalera de rangos dentro del organismo. Claro que faltan detalles. Brousson reportaba directamente a Darío Richarte, el verdadero operador político del delarruismo dentro de la Side. Todos estos personajes formaron el núcleo más confiable de De Santibañes, al punto de que eran los únicos con acceso directo a sus oficinas del quinto piso.
Los teléfonos en cuestión fueron entregados a distintos funcionarios de la Side y del gobierno. Fue Medina quien recomendó que la contratación se hiciera con Nextel. En la elección tuvo que ver un viejo decreto que limitaba la contratación y gastos de celulares. Como en este caso los aparatos también cumplían las funciones de radios, se podía gambetear la prohibición. Obsesionados por la interferencia de sus comunicaciones, los sushi instalaron en el quinto piso del edificio de la calle 25 de Mayo una central telefónica contratada a la empresa Alcatel, que también manejaba Medina. Otra central se ubicó en el domicilio particular de Richarte, un obsesionado por las comunicaciones. Antes de recalar en la Side, Medina había prestado seguridad a algunos bancos. Así fue como conoció al otro Fernando, el bancario que devino en banquero y que por su amistad con Enrique Nosiglia y De la Rúa se transformó en secretario de la Side. Nunca fue citado como testigo, Medina tiene mucho para contar del escándalo.
Si alguien estaba obsesionado con las pinchaduras telefónicas, ese era Richarte, lo que explica en parte la presión a la que era sometido Medina. Para colmo de males, era el centro de las burlas de los agentes de la Side. Entre otros secretos, difundieron que del monitoreo de los equipos Nextel que usaba el titular del organismo y su equipo, habían detectado que en Arenales al 1600, donde funcionaba un elegante negocio de venta de armas, se encontraban con frecuencia De Santibañes con Nosiglia. Toucheé.
García, un agente inferior dentro de la escala de la central de inteligencia, apareció en primer plano luego del caso de la AMIA. Cuando se difundió por América TV su participación en el affaire de las coimas en el Senado, la Side le abrió un sumario interno. Según pudo saber Página/12, en ese sumario García habría admitido que contrató los celulares a nombre de Canteras Brandsen y que había pedido autorización al entonces diputado radical Melchor Cruchaga para utilizar el nombre de la firma. Canteras Brandsen es un emprendimiento de la familia García. En el año 91, mediante un aporte de capital, ingresó a la firma Hernán Cruchaga, hijo del dirigente radical, con el 50 por ciento.
“No me correspondía darle ninguna autorización a García. No tengo nada que ver con la contratación de esos teléfonos y mi hijo desconocía el tema”, responde Cruchaga cuando se le consulta por el consentimiento mencionado en el sumario. Habrá que esperar que el espía lo ratifique en la Justicia.
Para la legisladora del ARI Graciela Ocaña, el entrecruzamiento de los teléfonos es la clave para seguir el probable pago de las coimas: “Desde esta hipótesis se va a poder conocer quiénes pagaron y quiénes cobraron”. Cierto es que los teléfonos también eran usados por ministros y hasta por el propio presidente, y continuaron usándose hasta que el cordobés Carlos Becerra regenteó el organismo. Además de los teléfonos, la central de inteligencia podría aportar importantes datos para clarificar el escándalo. En los pasillos de la Side no sólo se conocen muchas cosas, sino que además hay muchos testigos. Algunos recuerdan que por esos días el ex secretario parlamentario del Senado, Mario Pontaquarto, hombre de confianza del mendocino José Genoud, era visitante permanente de la casa en la calle 25 de Mayo. Hay quienes afirman que algunos de esos teléfonos podría haber sido usado por Pontaquarto. Luego de la renuncia de Genoud, fue precisamente Becerra quien detuvo el nombramiento de Pontaquarto como delegado de la Side en París. La huella hubiera sido muy evidente.
Las facturas de los teléfonos las pagaba el director de Finanzas de la Side, Juan José Gallea. Pero García debía peregrinar de oficina en oficina para que el organismo cumpliera con el pago, y no por falta de efectivo. La caja fuerte de la Side es una habitación entera, que supo estar llena de dólares. Hay quienes sostienen que los sobornos pudieron haberse pagado cash, con algún sobrante de arqueos. Dentro del organismo y en voz baja admiten que cuando se retiró Anzorreguy dejó un sobrante de unos 15 millones de dólares. Como muchas operaciones se hacen bajo el paraguas de los fondos reservados, no es tarea sencilla hallar los comprobantes.

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La diputada Ocaña quiere que se investiguen los teléfonos celulares que alquiló García.
 
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