EL PAíS › LA CRISIS DE SEGURIDAD COMO OPORTUNIDAD DE HACERSE MAS FUERTE
Solá ve la interna en estilo K
En el primer minuto del cacerolazo por la seguridad, parecía que Solá solamente podía perder. Pero ya están planeando dar combate en la interna bonaerense copiando el estilo confrontativo del Presidente. El objetivo, aclaran, no es Duhalde sino el duhaldismo.
Por Martín Piqué
En la cultura japonesa, el aikido es una de las vías de realización del hombre. Se trata de un arte marcial que consiste en aprovechar la fuerza y el envión del enemigo para lograr una posición ventajosa. El método sirve para describir el dilema que está viviendo el gobernador Felipe Solá. Aunque no es un enemigo, Néstor Kirchner lo ha presionado para que avance en la depuración de la Bonaerense. “Felipe no debe ponerse en el medio, tiene que estar de este lado, para avanzar a fondo”, suele decir Kirchner a sus íntimos. Pero Solá no quiere ser sólo objeto de la presión presidencial, también quiere aprovecharla a su favor. Por eso, pretende copiar ese estilo de confrontación –denunciar las presiones por los medios– para encarar su primera pelea en serio con el duhaldismo. El enfrentamiento tiene un escenario definido: la Legislatura bonaerense.
Fortalecido por el 43 por ciento de los votos que obtuvo en las elecciones –y más todavía por los puntos de diferencia con la lista de diputados nacionales–, Solá quiere que uno de sus hombres de mayor confianza, su actual jefe de Gabinete, Florencio Randazzo, sea el presidente de la Cámara de Diputados a partir del 10 de diciembre. Randazzo fue diputado provincial y es uno de los “felipistas” más convencidos en la necesidad de armar un bloque de poder propio, independiente de los designios de Eduardo Duhalde. El problema para Solá es que enfrente está Osvaldo Mércuri, quien conserva la presidencia del cuerpo y tiene consenso en todas secciones de la provincia.
Junto con Juan Garibotto, Mércuri representa a la “diputadora”, un grupo de diputados que se convirtió en un bloque de poder dentro de la Legislatura desde los principios de los ‘90. Asociados de alguna forma con los líderes parlamentarios del radicalismo, Mércuri y su gente controlan con mano férrea –y si no negocian– qué se vota y qué no en el recinto. En La Plata dicen que Solá ya ha experimentado ese accionar en el caso de la ley del juego, que preveía aumentos de impuestos para los bingos establecidos en toda la provincia. En aquella oportunidad, el gobernador resolvió la cuestión firmando un decreto. “Si tenemos que hacer lo mismo, lo haremos”, adelantó a Página/12 un estrecho colaborador de Solá.
De hecho, el recurso del decreto podría repetirse en el futuro porque en la Legislatura el panorama se presenta muy esquivo. “Mércuri tiene el apoyo de todas las secciones electorales”, estimó un intendente que se lleva bastante bien con el gobernador. Otro intendente que conoce la Legislatura y tiene una mala relación con Solá –no casualmente está cerca de Mércuri– aseguraba que la renovación de autoridades en las dos cámaras “ya está resuelta”. “En política no podés tratar de sacar de la cancha a alguien porque se te cantan las pelotas. Está claro, Felipe no pudo meter al presidente de Diputados”, analizó en diálogo con este diario.
En La Plata saben que la definición viene muy complicada. El último jueves, el propio Solá intentó comprometer a Duhalde para que hiciera entrar en razones a los diputados provinciales. Según un ministro bonaerense, el ex presidente dijo que lo haría. Sin embargo, un allegado a Duhalde que fue ministro nacional aseguró ayer a Página/12 que el titular de la comisión de representantes permanentes del Mercosur “no se va a meter en el tema”. “En ese tema van a confrontar Felipe y los diputados. Duhalde no se va a meter. Por otro lado, su relación con Mércuri tampoco es buena”, dijo el ex ministro. El problema se debe a que Mércuri se reunió varias veces con Aldo Rico en la campaña y apoyó su candidatura. Duhalde tiene pruebas de eso y no se lo perdona.
La fuerza del otro
En la gobernación saben que la definición de la pelea por la Legislatura es vital para el rumbo de la gestión de Solá en los próximos cuatro años. Si la “diputadora” impone sus condiciones, el gobernador deberá asumir, indefectiblemente, la figura de “gerente” que le endilgan con ironía desde el duhaldismo. Pero Solá no quiere ser sólo eso, como demostraron susdeclaraciones del viernes, cuando dijo: “Si yo soy el gerente, ellos tendrán que ser mis empleados”. Para cumplir con ese anuncio, en La Plata dicen que desplegarán una estrategia similar a la que usó Kirchner en los primeros días de su gestión. “Vamos a relacionarnos directamente con la gente. Y si alguien nos pone un obstáculo, lo vamos a denunciar por cadena nacional”, anticipó un miembro del gobierno bonaerense.
La idea de los “felipistas” es aprovechar una circunstancia que en principio aparecía como desfavorable para el gobernador para cargar contra los dirigentes del aparato bonaerense que les pongan obstáculos. En el análisis de los allegados a Solá, la cruzada de Kirchner puso a muchos duhaldistas a la defensiva. Y eso, dicen, hay que aprovecharlo. “El problema es el duhaldismo, no Duhalde. Si los diputados no aceptan lo que quiere Felipe, vamos a armar un bloque propio con algunos del PJ y otros de afuera. Sabemos que Kirchner nos apoya”, anticipó el alto funcionario bonaerense.
La paradoja de esta situación es que el involucramiento de Kirchner con los problemas de la provincia comenzó poniendo en aprietos a Solá. Unas horas antes de que sonaran las primeras cacerolas en la Rosada, el Presidente salió a pedir más compromiso en la depuración de la Bonaerense. El destinatario de sus mensajes estaba claro. Las señales continuaron cuando el Gobierno hizo saber que no confiaba demasiado en el ministro de Seguridad, Juan José Alvarez. El gobernador nunca se habría imaginado los dolores de cabeza que le traería ese nombramiento. Lo había designado por sugerencia de Duhalde, con quien había hablado del tema en un brindis por la victoria del 14 de septiembre. “Alfredo (Atanasof) tiene un plan y Juanjo es un tipo que conoce bien el conurbano”, le había dicho Duhalde.
Sus allegados descuentan que está arrepentido de haberlo designado. Y advierten que si los acontecimientos fuerzan a Solá a tomar partido entre Kirchner y el aparato duhaldista –lo diferencian de Duhalde–, el gobernador ya tiene claro para qué lado reclinarse.