EL PAíS › QUE HAY QUE HACER Y QUE NO ES RECOMENDABLE EN UN CASO DE SECUESTRO
Manual de secuestros
¿Hay que pagar rescate? ¿Hay que hacer la denuncia? ¿Se negocia, se regatea por el rescate? ¿La policía debe actuar antes de la liberación? ¿Cómo se maneja un secuestro express? ¿Es mejor mantener el secreto o sirve hacerlo público? ¿Debería prohibirse por ley el pago de rescate? ¿Sirve la propuesta de reurbanizar las villas? Los expertos opinan y cuentan su experiencia en los casos más recientes.
Por Raúl Kollmann
1 ¿Debe o no debe
hacerse la denunciar
en caso de secuestro?
Alberto es hermano de un hombre que estuvo secuestrado y le cortaron un dedo. Fue negociador durante el secuestro que terminó con el pago del rescate y la libertad del familiar. Esta es su conclusión:
“La experiencia por la que yo pasé indica que sí, que si estás ante un secuestro extorsivo –no un secuestro express– lo mejor es hacer la denuncia. Lo concreto es que la policía te acompaña y te asesora. Te doy un ejemplo: vos pensá que los secuestradores te llaman apenas unos segundos. En algunos casos, quince, veinte segundos y cortan. Necesitás decirles cosas muy precisas, no podés perder la oportunidad. Ahí los policías te dan una mano fundamental. Otra cosa: los secuestradores te tratan mal, como una basura. Intentan ponerte nervioso, que la situación sea insoportable para vos y que aflojes de inmediato en todos los terrenos, sin tener garantías de que tu familiar está vivo o incluso sin asegurarte que el que llama es de la banda que tiene a tu ser querido. Cuando a mi hermano le cortaron el dedo, el propio jefe de Delitos Complejos de la Policía Federal, Carlos Sablich, vino hasta casa a acompañarnos. Fue un momento muy duro. Es una presión terrible. Una cosa es que te digan “vamos a matar a tu familiar” y otra es que te manden un dedo. En esos momentos, ellos –los policías– te dan una mano decisiva. Solo no podés”.
Justamente, el comisario Sablich, tal vez el hombre que más sabe de secuestros en la Argentina, expone su argumento: “¿Usted cree que un secuestrador es confiable? Obviamente no. De manera que usted va a tener que negociar, y nosotros lo vamos a acompañar en esa negociación, con un secuestrador que no es para nada confiable. Por eso, tiene que hacer la denuncia y responder a la situación con la policía al lado. Toda la experiencia indica que se han solucionado y esclarecido la inmensa mayoría de los secuestros y que usted tiene que confiar en las instituciones que están para eso, en este caso las brigadas antisecuestro de la Policía Federal o la Policía Bonaerense”.
Un ex funcionario del mayor rango, que estuvo a cargo de los más delicados temas de seguridad en la provincia de Buenos Aires, también vierte su postura, aunque prefiere hacerlo en off the record para no chocar con los ministros actuales. “Primero veamos qué hacer si uno está ante un secuestro express, o sea de los que estamos viendo por decenas en las últimas semanas: se llevan a un familiar, prácticamente lo tienen en el auto y piden dos mil, tres mil pesos para liberarlo. En ese caso yo pagaría. En la negociación por teléfono, no acepto ir a pagar dentro de la villa, pero sí en las afueras. La experiencia indica que eso funciona. Pero después, voy y hago la denuncia, porque es imprescindible que se haga. Tal vez evita futuros secuestros y la información que sale de todo secuestro es una base más que valiosa para que los investigadores puedan trabajar”.
–¿Haría lo mismo en un secuestro de más envergadura, un secuestro extorsivo? —pregunta Página/12.
–No, en un secuestro extorsivo hay que hacer la denuncia. Es posible, hasta diría probable, que uno caiga en manos de policías corruptos o ineficientes, pero técnicamente ayudan, dan asistencia. La familia sola está siempre peor en la negociación que con policías al lado, aunque tengan los defectos que tengan.
Osvaldo Laborda es comandante retirado de la Gendarmería y actualmente un especialista en temas de seguridad y sintoniza con las opiniones del ex funcionario. Esta es su óptica. “En el caso del secuestro express, uno no puede hacer dos cosas al mismo tiempo. En breves minutos se negocia y por ello creo que hay que arreglar lo más rápido posible. Tal vez, si haytiempo, sirve una llamada a la comisaría avisando que uno está atravesando esa situación y que uno va a ir a pagar. Pero, insisto, lo fundamental aquí es arreglar rápido y solucionar el tema.”
–¿Cómo sabe uno que no lo van a engañar? —pregunta este diario.
–Obviamente, uno no lo sabe, corre algún riesgo, pero la experiencia indica que esos casos de secuestro express suelen arreglarse. ¿Regatear el rescate? No, yo no soy muy partidario cuando se habla de una cifra baja. ‘Tengo esto ahora mismo y se lo llevo donde me diga.’ Es lo contrario de un secuestro extorsivo, donde si uno acepta una cifra inicial, digamos doscientos mil pesos, terminan pidiéndole mucho más. En el caso del secuestro express, una vez solucionado, es imprescindible hacer la denuncia. Hay que pensar que otro hijo u otro familiar pueden sufrir lo mismo.
–Alguien podrá argumentar que al hacer la denuncia uno está metiendo en la negociación a policías que tal vez tengan alguna relación con los secuestradores –le sugiere Página/12 a Laborda.
–Y sí, puede ser que haya arreglo entre secuestradores y policías, pero es improbable que esté arreglado el que está cargo del caso. Ese hombre se juega el puesto, especialmente si un secuestro sale mal. Por ello, creo que existen policías que les dan cobertura a las bandas y que incluso en esas organizaciones hay punteros políticos, barrabravas relacionados con políticos, pero cuando uno hace la denuncia, el policía a cargo necesita que el caso se solucione bien.
El doctor Carlos Mari, presidente del Foro de Seguridad Vecinal de Vicente López, sostiene que, “pese a las dudas, hay que hacer la denuncia. Yo, que hago un seguimiento de la actividad policial en nuestra zona, tengo más dudas que nadie, pero llamo y hago la denuncia inmediatamente. Hay un porcentaje alto de malditos policías: no sé si es el 20, 30 o 40 por ciento, pero nuestra experiencia en Vicente López es que cuando denunciamos casos de secuestros, el resultado fue positivo. Esos malditos policías pueden estar haciendo dinero con el juego, las prostitutas o incluso con la droga en los boliches, pero no los veo jugando en el tema de secuestros”.
2 ¿Debe actuar la policía contra la banda de
secuestradores aunque el secuestrado todavía no
haya sido liberado?
En este terreno, más allá de los casos específicos, hay dos posturas diferenciadas, una sostenida preferentemente por la Policía Federal y la otra por la Policía Bonaerense.
u La Bonaerense suele decir: “Generalmente esperamos hasta que el secuestrado esté en libertad. Por eso nos pasó lo que nos pasó con el rescate del caso Belluscio: nosotros seguimos al milímetro el pago, pero no podíamos detener a los que cobraban porque no teníamos una idea precisa de dónde estaba Pablo. Habíamos ubicado seis o siete domicilios de la banda, pero sin tener precisión en cuál de ellos tenían al secuestrado. Tal vez deteníamos a los que cobraron el rescate y a muchos kilómetros de ahí terminaban matando a Pablo. Eso es lo que explica que no hayamos recuperado el dinero”.
u La Federal, en cambio, se inclina por actuar contra las bandas de secuestradores no bien aparece un indicio. Así se lo explicó a este diario un alto cargo de la fuerza: “La experiencia indica que cuando uno empieza a detener a una parte de la banda, sueltan al secuestrado. Esto es así porque ninguna banda de secuestradores quiere caer en el delito más grave del Código Penal: secuestro más homicidio. Es homicidio calificado con una pena de reclusión perpetua. Prefieren soltar al secuestrado y preparar otro secuestro más adelante. Además, deteniendo a integrantes de la bandaestamos avanzando hacia el desmantelamiento de esa organización y eso significa que estamos evitando nuevos secuestros”.
Se trata de bosquejos de la estrategia de una y otra fuerza, porque en ambas coinciden en que se debe analizar caso por caso. “No hay un manual”, sostienen. Contra lo que se cree, en el terreno de los secuestros la Federal y la Bonaerense mantienen buenas relaciones: Sablich y Angel Casafús, el encargado en territorio de la provincia de Buenos Aires, se llevan bien.
Desde el punto de vista de la experiencia, en los últimos años únicamente hubo dos casos de secuestros que terminaron con la muerte del secuestrado. Diego Peralta, el joven del barrio El Jagüel, en cuya historia parece haber detrás una venganza, no sólo un secuestro. Juan Manuel Canillas fue la otra víctima inexplicable: según se cree, se trató de un secuestro express, pero tras pasar por la casa de su familia a cobrar el rescate, lo mataron a las pocas cuadras. ¿Reconoció a alguno de sus secuestradores? ¿Lo mató algún integrante de la banda obnubilado por las drogas? Esos son los interrogantes.
“Coincido en el análisis de que cuando se le pone presión a una banda, suele soltar al secuestrado. No lo matan –diagnostica el ex funcionario que estuvo a cargo de las más delicadas cuestiones de seguridad en territorio bonaerense–. Hace un tiempo, en el caso del padre del futbolista Leonardo Astrada, había indicios de que lo tenían en Villa Corea, en José León Suárez. Un informante cuenta que lo tenían ahí adentro. Estaba entonces la propuesta de rodear la villa, hacer pasar por arriba un helicóptero y ponerle presión a la banda. Después el caso terminó de una manera parecida: se escapó otro secuestrado, se sobrevoló la zona con un helicóptero y la banda liberó al padre de Astrada. O sea que si uno tiene idea más o menos precisa de dónde está el secuestrado, conviene actuar. Detener al que cobra el rescate, si uno no sabe dónde tienen al secuestrado, es más dudoso. Para todo eso hay un gabinete de crisis que es el que toma las decisiones y hay que analizar cada caso. El objetivo del Estado es preservar la vida del secuestrado y también desarticular la banda y en ese terreno hay como puntos contradictorios que hay que ver cómo se afrontan. Para la familia, la prioridad es negociar rápido, terminar con la pesadilla cuanto antes. Los investigadores, en cambio, tienen que juntar información, mirar un poco más allá, entre otras cosas por si la negociación no prospera y hay que actuar. Insisto, el gabinete de crisis tiene que tomar las decisiones con todos los datos posibles a la vista.”
El comandante Osvaldo Laborda coincide en que hay que actuar caso por caso. “Los hombres de la Bonaerense sostienen que tenían ubicados varios domicilios de los secuestradores de Belluscio. Dudo mucho que eso sea cierto, pero en todo caso, con el bajo nivel de entrenamiento y medios que hoy tiene la policía, no tiene capacidad de irrumpir en varios lugares al mismo tiempo, sin fallas y sin darle la oportunidad a alguno de los secuestradores de que mate al secuestrado. Todo tiene que ver también con las circunstancias del secuestro: no es lo mismo si la negociación viene más o menos bien que si le cortaron un dedo. Por supuesto que la familia quiere y necesita que se negocie con cierta rapidez y yo soy un convencido de que hay que acelerar los tiempos lo máximo posible, porque cuanto más sea el tiempo de cautiverio, más chances hay de que el secuestrado vea alguna cara, distinga algún lugar y eso es peligroso para su vida. Igualmente coincido con el diagnóstico de que algo muy grave tiene que pasar para que una banda mate a un secuestrado.”
3 ¿Debe hacerse público un secuestro?
¿Conviene convocar a la opinión pública como hizo el padre de Pablo
Belluscio?
Hasta el momento, tanto los investigadores como las familias de los secuestrados trataban de mantener un cono de silencio sobre cada uno de los casos. Con Pablo Belluscio ocurrió lo contrario: súbitamente el padre salió a la cancha con un correo electrónico, pese a la oposición de la madre del joven –encargada de las negociaciones con los secuestradores– y los investigadores del caso. La difusión del correo provocó fuerte impacto, se produjo el cacerolazo, a raíz de ello intervino el Presidente, los ministros, el gobernador bonaerense, todo lo cual puso una enorme presión sobre la policía y los investigadores. Tal vez por casualidad o tal vez no, lo cierto es que unos días después, tras pagarse el rescate, Pablo recuperó la libertad.
“Es indudable que al padre de Belluscio le salió bien –dice el hermano del secuestrado al que le cortaron el dedo–. En nuestro caso, se sabía que mi hermano estaba secuestrado, pero estaba medio equivocado el apellido y, afortunadamente, nadie conocía nuestra dirección. A mí no me parece conveniente que se difunda mucho el secuestro, esencialmente porque se empiezan a armar historias. Por ejemplo, en el caso de mi hermano dijeron que era empresario, cuando no lo era, o se habla de posibilidades económicas que no existen. Además, los secuestradores se ponen nerviosos y, si se trata de una persona conocida, empieza el asedio en la puerta de la casa, lo que complica las negociaciones.”
“¿Hacer lo que hizo el padre de Belluscio? –se pregunta el ex funcionario–. Depende del caso. Por ejemplo, en el caso de Belluscio me pareció acertado: ya eran muchos días de cautiverio, le habían cortado el dedo y objetivamente significó un apriete a las autoridades y a la policía. Si hay uniformados en la banda, el apriete sirve todavía más. Cuando secuestraron al padre de Astrada se mantuvo el bajo perfil durante bastantes días, pero hubo un momento, justo antes de que recuperara la libertad, que estaba la idea de que el propio Astrada saliera a hablar, a ponerle un poco de presión a la banda.”
4 ¿Debe prohibirse el
pago de rescates, como lo proponen algunos
ex comisarios y
especialistas en seguridad del menemismo?
“Es un disparate –sostiene el comandante (RE) Laborda–. Cada uno tiene derecho a tomar una decisión. Nadie puede ponerle un límite a un derecho que tiene que ver con salvar a un familiar. De hecho, es casi obligar a la familia de la víctima de un secuestro a delinquir, porque el rescate, si les parece, lo van a pagar igual. Por otra parte, la clave no está en no pagar sino en descubrir a las bandas y meter presos a sus integrantes. Por eso, lo que a mí me parece fundamental es que se haga la denuncia y no en prohibir lo que no se puede prohibir.”
El ex funcionario experto en seguridad coincide con este diagnóstico. “El ex comisario Mario Naldi propone la prohibición de pagar rescates, porque le importa un bledo la vida de la gente. El cree que las cosas se solucionan torturando y que morirán un par de personas pero que a la larga se va a desalentar la industria del secuestro. Yo pienso que a nadie se le puede obligar a poner en riesgo la vida de un hijo o una hija. Los que creemos que esto hay que solucionarlo con gran nivel de investigación, con inteligencia y no con torturas, vemos las cosas de otro modo.”
También Carlos Mari, del Foro Vecinal de Seguridad de Vicente López, se opone a la prohibición. “Las familias van a violar cualquier prohibición. Enviarán a pagar a otra persona, usarán otros artilugios. Constitucionalmente también es insostenible, porque se trata de avanzar sobre los derechos de una persona que pretende salvar a su hijo.”
Por último, el hermano del secuestrado al que le cortaron un dedo transmite el dramatismo del momento: “Vos tenés al otro lado de la línea a unos tipos que actúan con una frialdad terrible, son unos hijos de puta.Después te mandan un dedo. ¿A quién se le puede ocurrir prohibirme a mí que me tome un tren, tire una bolsa con plata, para terminar con ese horror? Aunque el Estado lo prohíba, uno lo hace igual”.
5 ¿Qué puede hacer el
Estado para prevenir los secuestros? ¿Es correcta, por ejemplo, la idea de
León Arslanian de
re-urbanizar las villas?
El ex funcionario, que tiene un fluido intercambio de información con especialistas colombianos y brasileños en materia de secuestros, insiste con un elemento clave: “lo fundamental es la información, la inteligencia y una mesa de análisis. Cada hecho tiene que sumar a un cuadro en el que deben quedar perfectamente establecidas las tipologías de las bandas, la forma en la que operan, los barrios en que se asientan, cómo cobran el rescate, cómo consiguen los teléfonos, de dónde salen las armas, en qué tipo de lugar mantienen cautivas a sus víctimas y así con cada detalle de los secuestros. Eso además permite una estrategia en materia de ubicar informantes en los barrios en los que operan. En la zona norte, por ejemplo, hay solo dos o tres bandas de importancia y es evidente que las cúpulas no participan en ninguna tarea operativa. Una banda no la arma cualquiera, tiene que haber sido un poronga en la cárcel o es un jefe narco de un barrio. El que va con un fusil a secuestrar es un asaltante calificado, tal vez tiene experiencia en robos a bancos o a camiones de caudales, pero no es reclutado por cualquiera. Insisto, tiene que ser un pesado, detrás del cual puede haber también un ex comisario o un ex oficial de alguna fuerza de seguridad. Entonces, la clave está en la información y en hacer un seguimiento como el que se les hace a las organizaciones terroristas, a los carteles de la droga o a cualquier variante del crimen organizado. En los últimos años, se ha diseñado una estrategia interesante: poner acento en el seguimiento del dinero. El que participa en la operación del secuestro, con un fusil en la mano, casi seguro que ni sabe quién es verdaderamente el jefe de la organización. Pero lo que sí es seguro es que le va a llegar buena parte del dinero a ese jefe. En estas bandas, todo está descentralizado, pero lo que llega arriba indefectiblemente es la plata”.
“Respecto del secuestro express, las prevenciones tienen que ver con la política de seguridad en general. La prioridad es siempre el mapa del delito, o sea, actuar teniendo perfectamente establecido dónde se producen los secuestros express, adónde llevan a las víctimas, qué rutas o autopistas usan, dónde viven los detenidos y un sinnúmero de datos”, sostiene el ex funcionario.
–La semana pasada, en Página/12, el ex ministro León Arslanian propuso abrir las villas de emergencia como política de seguridad. Por ejemplo, trazar calles dentro de las villas, por las que puedan transitar los patrulleros, que hoy por hoy no entran a esos barrios. Arslanian sostuvo que es una política a favor de los humildes que son oprimidos por las bandas. ¿Usted qué opina?
–Estoy totalmente de acuerdo –señala el ex funcionario–. En Bogotá esa política dio enormes resultados. Va a requerir una negociación muy fuerte, porque hay barrios, como La Cava, en que el 80 por ciento de las personas son trabajadoras y los que delinquen están más bien marginados, pero hay otros, como la Villa 18, en San Martín, dominados por los narcos. Más allá de estas desigualdades, estoy de acuerdo con el planteo de Arslanian.
La política de re-urbanización está planteada para el mediano plazo, pero esta misma semana se empezó a hablar en los gobiernos nacional y bonaerense de establecer un control a la entrada y salida de las villas justamente para confrontar con los secuestros, principalmente los secuestros express. Como ejemplo se señala que cinco de los ocho detenidos en el caso Belluscio son de la villa San Cayetano de Beccar y que por elmismo caso hubo allanamientos en La Cava, desde donde también rescataron a un secuestrado hace una semana.
“Si el mapa del delito así lo indica, estoy de acuerdo. De lo contrario, es una discriminación –afirmó el ministro de Seguridad bonaerense, Juan José Alvarez–. No estoy a favor de poner patrullas frente a las villas sólo porque sean villas. Si hay indicios de que allí opera una banda, debe obrarse en consecuencia. De lo contrario, no.”
Carlos Mari, del Foro Vecinal de Vicente López, sostiene que en los estudios realizados por ese Foro hace unos años, analizando los expedientes judiciales, se determinó que gran parte de los delitos venían de tres barrios: las villas Las Flores, La Rana y Loyola. En esos lugares, un alto porcentaje de la gente sale a la mañana a trabajar: las mujeres en general en servicio doméstico, los hombres son repartidores, trabajan en talleres mecánicos o de operarios en otros talleres de pequeñas industrias. Quedan en el barrio una gran cantidad de jóvenes con los que no hay ninguna iniciativa social. Estoy de acuerdo con la propuesta de Arslanian, porque produciría un progreso en esos barrios. No sólo hay que abrir calles sino poner buena luz. Pero también creo que hay que hacer acción social. Por ejemplo, se habló de tener abiertas las escuelas los sábados y domingos con otro tipo de actividades, incentivar la formación y todo lo que permita darles un respaldo a los jóvenes. La idea de controlar los ingresos a determinadas villas me parece discriminatoria, pero la experiencia nos mostró a nosotros que puede traer una mejora, que además beneficia a los propios vecinos de esos barrios. Habría que estudiarlo un poco mejor”.
“Se necesita un pacto político serio –redondeó el comandante Laborda–. La política antisecuestros tiene una clave en la inteligencia y también las medidas de prevención de seguridad. Pero para volver a tener una policía seria, respetada, y lograr planes consistentes, tiene que haber un acuerdo político en el que se involucren de verdad los gobernantes del país, la provincia y los intendentes.”