CONTRATAPA
Guantánamo
Por Eduardo Pavlovsky *
Médicos psiquiatras y psicólogos en la prisión de Guantánamo Bay, según el diario The New York Times, han desarrollado nuevos métodos de interrogación de los detenidos, destinados a aumentar los niveles de stress y a explotar los miedos y terrores para obtener información.
Se intenta, a través de la coacción psicológica, infundir el terror en los interrogatorios con la esperanza de que los detenidos sean más cooperativos. En un caso, registraron en la historia clínica de un detenido una severa fobia a la oscuridad y programaron la manera de infundirle pánico a través de amenazas de dejarlo a oscuras durante varias horas, para inducirlo de esa manera a cooperar. Estos casos provocaron polémicas en relación con el problema ético que esa conducta sugería, lo que generó discusiones entre los psiquiatras y psicólogos norteamericanos.
Un artículo publicado esta semana en el New England Journal of Medicine afirma que las entrevistas con los “doctores” que suministraban estos recursos psicológicos en Guantánamo mostraban que en el programa era explícita y transparente la intención de aumentar el miedo y el stress entre los detenidos como forma de obtener información de inteligencia. Bryan Whitman, del Pentágono, asegura que los psiquiatras y psicólogos no violaban las normas éticas porque ellos no trataban pacientes, sino que solo actuaban como científicos conductistas. Sugiere que mientras una parte del personal psiquiátrico se ocupaba del tratamiento de los detenidos, otro sector tomaba otros roles institucionales como científicos de la conducta, asumiendo el carácter de interrogadores de los detenidos.
Oficiales del Pentágono dijeron en entrevistas al Times que no se violaban las pautas éticas de médicos y psicólogos. Pero los militares rehusaron, al mismo diario, el permiso de entrevistar al personal médico y ceder los nombres de los psiquiatras y psicólogos implicados en los interrogatorios.
Otros expertos, ajenos a las fuerzas armadas, criticaron éticamente la unidad denominada “biscuits teams” (Behavioral Science Consultation Teams B.S.C.T.), cuyo lema principal, comentado en el mismo diario, es: “Nuestro propósito es ayudar a quebrarlos durante los interrogatorios”.
Un interrogador de estos biscuits teams sugería que habiendo leído la historia clínica del interrogado y enterándose de su gran dependencia con la madre pudo explotar esa inmadurez para persuadirlo de cooperar.
El doctor Stephen Xenakis, un psiquiatra del ejército, dijo en una entrevista que este tipo de conducta no rompe la responsabilidad y ética médica en ningún caso.
Por su parte, la Asociación Americana de Psiquiatría prohibió la participación de sus miembros en cualquier tipo de actividad psicológica que aumentara el stress entre los detenidos con el fin de obtener información de inteligencia. El doctor Stephen Behnke, que encabeza los grupos que estudian la ética profesional, aseguró que un comité de diez de sus miembros se reuniría en Washington este fin de semana con militares para discutir con ellos los problemas éticos y sus violaciones.
Desde el año 2002, psiquiatras y psicólogos norteamericanos forman parte de una estrategia que ha empleado el stress extremo en los interrogatorios con la finalidad de extraer mejores resultados.
Después de abril de 2003, cuando el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, sugirió la nueva forma de instrumentación psiquiátrica en los interrogatorios, florecieron las técnicas de biscuits, que se basan en producir stress y terror entre los interrogados. Un sector de la psiquiatría norteamericana se puso así al servicio de la tortura y la represión. Y resulta valioso rescatar a los psiquiatras opuestos a semejante tipo de prácticas. Existe el antecedente del psicoanalista brasileño llamado Lobos que presenciaba y orientaba sesiones de tortura en su país durante la dictadura militar.
Me pregunto si esta semana, durante la presentación en Buenos Aires y Rosario del libro de Carlos Alberto Montaner La libertad y sus enemigos (plagado de denuncias sobre las violaciones de los derechos humanos en Cuba), con la presencia de Marcos Aguinis y Ricardo López Murphy, alguien se dio por enterado de esta aberración norteamericana contra los derechos humanos, realizada por profesionales de la salud mental y guiada por el Pentágono. De esto siempre calla la derecha o, lo que es más grave, lo justifica. “En las sociedades modernas y bien organizadas el monopolio de la violencia le corresponde al Estado por decisión soberana de la sociedad...” Montaner cita estas ideas en su artículo “Las manos manchadas de sangre”.
Por eso nosotros, psiquiatras, psicoanalistas y psicólogos, tenemos que denunciar esta práctica de los psiquiatras y psicólogos en Guantánamo como método profesional aberrante que rompe todas las normas éticas. No se puede olvidar que la psiquiatría y la psicoterapia “nunca son neutrales”, sino que siempre se convierten en acto político.
Para no olvidarlo.
* Psicoterapeuta, autor, actor y director teatral. Entre sus numerosas obras se cuentan El Señor Galíndez, Potestad y La muerte de Marguerite Duras.