Jueves, 19 de abril de 2007 | Hoy
Por Rodrigo Fresán
Desde Barcelona
UNO
La tan súbita como dolorosa desaparición en este plano existencial del escritor norteamericano Kurt Vonnegut (1922-2007) me ha llevado –una vez más, no será la última– a releer su obra, tan inseparable de su vida. Y vuelvo a comprobar el pasmoso efecto virósico de alto contagio que tiene su prosa y su manera de ver las cosas. Así, luego o durante una exposición a sus tramas e ideas –en la última semana he vuelto a leer Slapstick, Galápagos y Hocus Pocus, y no pienso detenerme–, la realidad, inevitablemente, se kurtifica o se vonnegutiza. Y el mundo continúa siendo la misma mierda de siempre pero, al menos, se disfruta del relativo consuelo de que existió un genio entre nosotros, alguien que describió a esa mierda mundial como ninguno y quien supo más sonreírse que reírse de ella convencido de que “el amor puede fallar pero debe prevalecer la cortesía”. Hi Ho.
DOSProcedimientos bacteriales inequívocamente marca Vonnegut: en Splapstick, el protagonista no puede evitar lanzar un “Hi Ho” al final de casi todas sus parrafadas; en Hocus-Pocus se nos informa que el escritor no dispone de grandes cantidades de papel, por lo que se ve estilísticamente obligado a la frase corta en superficies como envoltorios de chicles; el fantasmal narrador de Galápagos nos advierte que colocará un asterisco junto al nombre de cada personaje cuya muerte sea algo inevitable e inminente. A lo que yo agregaría un nuevo remate para ciertas situaciones: “Pum Pum Pum”.
Así: el lunes 16 de abril del 2007, el joven surcoreano *Cho Seung-hui escribió una cartita donde maldecía a los “niños ricos”, “los charlatanes” y “los libertinos”, les dio de comer muchas balas a sus dos pistolas y salió a dar una última vuelta por el campus de la Universidad Politécnica de Virginia. Unas pocas horas después, *Cho Seung-hui les había obsequiado 32 asteriscos a otros tantos nombres y no se descarta la aparición de algún otro asterisco junto a alguno de los varios nombres que se encuentran en terapia intensiva. Pum Pum Pum. Hi Ho.
TRES“Se oía un constante Pum Pum Pum”, relató un testigo que se salvó de ser asteriscado por *Cho Seung-Hui. Y a mí me conmovió la infantilización tan verídica del Bang Bang Bang. Porque se sabe que, en la realidad, los disparos no suenan como en las películas. De este lado de la pantalla, los disparos son mono y no dolby. Pero duelen más. Hi Ho.
CUATROY el profesor *Liviu Librescu (gran nombre y alguien que no desentonaría como “héroe” vonnegutiano) se levantó la mañana del 16 de abril del 2007 y se fue a dar clase en una de las aulas de la universidad ya mencionada. Y cuando escuchó los Pum Pum Pum se interpuso entre *Cho Seung-Hui y sus alumnos, bloqueó la puerta con su cuerpo y –mientras los jóvenes se descolgaban por la ventana– murió por Pum Pum Pum a los 76 años de edad. Lo que no consiguió la represión nazi en su Rumania natal, un paso por un campo de trabajo y más tarde una estadía en el ghetto de la ciudad de Focsani, lo consiguió un estudiante enloquecido a quien venían considerando –ya han aparecido las pintorescas fotos en las que posa con armas en plan Rambo/Ninja– como “solitario, violento, errático y problemático”. Alguien que solía ir vestido con chaleco de cazador, había visitado el departamento de asesoría psicológica y estaba medicado con antidepresivos. Y sin embargo... Hi Ho.
CINCOTodo esto transcurre en el estado de Virginia, donde a partir de los doce años se puedes comprar –aunque no registrar a tu nombre– un fusil de asalto. A *Cho Seun-Hui –23 años, estudiante de literatura, autor de escritos “bastante inquietantes”– le iban más las pistolas y optó por una Pum Pum Pum Walter P22 y una Pum Pum Pum Glock de 9 milímetros. Y después de repartir todos esos asteriscos se dio cuenta de que le quedaba uno. Así que se lo puso a su propio nombre. Hi Ho.
SEISRecién al día siguiente se hizo público su nombre –se demoró en identificarlo porque *Cho Seung-Hui se había hecho Pum Pum Pum en el rostro– y se alzaron las voces sobre los peligros de los extranjeros raros, sobre el karma de un país que sale al extranjero a poner a todos en peligro, sobre la recurrencia de los campus mutando a campos del tiro. Y entonces llegó a Virginia George W. Bush, presidente de un país con 190 millones de armas en manos de particulares. Bush dijo estar “horrorizado”. Me pregunto a qué se refería exactamente. Hi Ho.
SIETEParen las rotativas: las armas de destrucción masiva están en Estados Unidos. En casita. Hi Ho.
OCHODiscursos y lágrimas y Bush invocando a Dios y el himno nacional norteamericano. Es un lindo himno: pegadizo, un poco canción de cuna y un poco marcha fúnebre, fácil de silbar. Nada que ver con el nuestro, que parece sonar como lo que se oía dentro de la cabeza de *Cho Seung Hui. Nuestro himno nacional tiene problemas de personalidad múltiple: empieza varias veces, tiene abruptos cambios de ritmo y de velocidad, recuerda a demasiadas cosas y a ninguna, y termina con ese mandato un tanto complicado: “Coronados de gloria vivamos o juremos con gloria morir”. Hi Ho.
NUEVEY en eso estamos. En otro de sus libros, Kurt Vonnegut teoriza que la extinción de la raza humana se deberá a “una total falta de seriedad... A nadie le importa nada de lo que sucede, de lo que sucederá o cómo fue que nos metimos en semejante lío”. Pero también matiza: “Una forma de comprender esto es pensar que la verdadera función de los seres humanos en este planeta es hacerlo volar por los aires. Tal vez estamos haciendo muy bien nuestro trabajo porque hemos sido programados para mejorar nuestras armas, para creer que la muerte es mejor que el deshonor. Así, llegará el día en que nuestro planeta volará por los aires y que así acabemos creando una nueva galaxia con sus fragmentos. ¿Qué puede salvarnos? La intervención divina, supongo. Pero tal vez estemos rezando no por ser diferentes sino para ser librados de nuestra mortal inventiva del mismo modo en que alguna vez los dinosaurios rezaron para ser librados de la enormidad de sus cuerpos”. De tener razón Vonnegut, está claro que nuestras plegarias serán atendidas más temprano que tarde porque cumplimos nuestra función divinamente: cada vez habrá más *Cho Seung-hui, cada vez más presidentes que se dedican a la fabricación masiva de asteriscos y, por desgracia, cada vez menos *Liviu Librescu. Hi Ho.
DIEZ“Todo parece indicar que nuestros grandes cerebros han hecho insoportables a nuestras vidas” Kurt Vonnegut. Pum Pum Pum. **********... y así van las cosas. Hi Ho. Stop.
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