Lunes, 17 de diciembre de 2007 | Hoy
Por Robert Fisk *
desde Beirut
De manera que asesinaron a otro el miércoles pasado. Un general, de nombre François El Hajj, no conocido en Europa, pero un alto oficial y el jefe de Operaciones del Ejército, cuya batalla por los campos de refugiados palestinos de Nahr el Bared a comienzos de este año lo convirtió en un blanco obvio para los sirios, para los iraníes, para los palestinos y para cualquiera que quieran mencionar. Aunque era un blanco obvio, las implicaciones del asesinato para el actual jefe del Ejército y posible futuro presidente, el general Michel Suleiman, son devastadoras.
El general El Hajj fue asesinado junto con tres de sus colegas a las siete de la mañana cuando iba por Baabda, un suburbio cristiano y supuestamente seguro de Beirut. Estaba cuidado por sus propios guardaespaldas. Sin embargo, no existía ninguna posibilidad de que se salvara de la explosión. Su vehículo estaba pasando junto a un automóvil cargado con 35 kilos de TNT cuando el coche estacionado explotó. La fuerza de la explosión, frente a los edificios de la municipalidad de Baabda, lanzó los cuerpos a diez metros y sacudió el barrio diplomático. El general, su chofer y un guardaespaldas murieron. Se cree que un cuarto hombre murió también en la explosión y que siete resultaron heridos.
El ministro de Información del Líbano, Ghazi Arida, culpó a los sirios por el asesinato, aunque, curiosamente, Walid Jumblatt, un sistemático detractor de los sirios, no lo hizo. Tampoco lo hizo Marwan Hamadi, uno de los colegas parlamentarios de Jumblatt. Parece, por lo tanto, que la política libanesa está cambiando nuevamente y que aquellos que eran enemigos de los sirios no lo son necesariamente más. No obstante, la terrible seudoguerra civil continúa. El último asesinato fue el de un miembro antisirio del parlamento, Antoine Ghamem, que explotó junto a su automóvil en una calle de Beirut en el área cristiana, no lejos de Baabda. Semana por medio nos enfrentamos con otro asesinato. Y lo que es mucho peor, estamos siempre a la espera de ellos.
La última vez que cené con Jumblatt, le señalé que lo terrible de toda esta serie de asesinatos es que ya son parte de nuestra vida cotidiana. Todos los días debemos soportar un asesinato o un intento de asesinato. ¿Qué quiere decir eso? Siria negó estar involucrada en el atentado del miércoles, acusando, en una declaración desde Damasco, a “Israel y a sus instrumentos libaneses”, de beneficiarse con la atrocidad.
Pero si esto fue, efectivamente, una advertencia de Siria y el general El Hajj debía morir –así ocurrió– ¿cuál es el mensaje para su mentor y posible futuro presidente, el general Suleiman, y para todos los libaneses?
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.
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