CULTURA › LAS AMENAZAS A MAURICIO WAINROT
Ecos de la dictadura
“No pienso parar hasta que vos te vayas.” Esto decía uno de los últimos e-mails que viene recibiendo desde diciembre de 2003 el bailarín y coreógrafo Mauricio Wainrot, director del Ballet Contemporáneo del San Martín, en los que se lo conmina a renunciar. De lo contrario “algo le pasará”. La amenaza no le llegó sólo por escrito. Hubo un preanuncio: el mismo día en que el Teatro celebraba su fiesta de fin de año (el 14 de diciembre) se produjo, alrededor de las 23, un incendio en la sala de ensayo del 8º piso, destruyendo un piano y parte del tapete, además de otros elementos de valor. En principio, se pensó que la causa se debía a un descuido, una colilla encendida. Dos días después se supo que no era así: Wainrot recibió el primer mail en el que un anónimo Ku Klux Klan se atribuía el incendio. En diálogo con Página/12, Wainrot agradeció la solidaridad de sus colegas y de funcionarios y gente de la cultura del país y el extranjero, donde es ampliamente conocido por su trayectoria. “Parece que estuviéramos viviendo en la dictadura. Esta gente dice saber dónde vivo, qué auto uso, con quiénes trabajo y que ni yo ni ellos tienen protección. Me llegaron a dar dos meses de plazo para renunciar. Hicimos la denuncia en la Fiscalía correspondiente, pero hasta ahora no se aclaró nada.” Se lo acusa de ladrón (“Ya robaste bastante”, le escribieron) y es notorio que les irrita su condición de judío: “Evidentemente, negro no soy, pero por la firma del anónimo no hay duda de que existe una connotación racista”, apunta el coreógrafo.
“Lo indignante es que desde mi regreso a la Argentina trabajé duro con la compañía para una programación de nivel. Estrenamos 30 obras que fueron valoradas por la crítica y trajeron mucho público. Carmina Burana fue una de las obras de mayor convocatoria, que estrenamos incluso en el Luna Park. La Compañía fue invitada a festivales extranjeros y muy valorada. Supongamos que esto no importe, y que yo haya sido un pésimo funcionario, tampoco se justifica esto. Todo el mundo conoce mi trabajo. Realmente, me duele que pasen cosas como éstas en mi país. Me da vergüenza ajena.”
Si bien no se detectó hasta la fecha al autor (o autores) de los anónimos, existen pistas. Es probable que sean personajes que conocen el ambiente: “No pienses que es por envidia”, le escribieron. “Desearía que me llamaran por otra cosa. Desearía hablar sobre la programación del 2004 y los proyectos en vista. Con el comunicado oficial de ayer queda claro que además de la Justicia, las autoridades del Gobierno de la Ciudad tomaron cartas en el asunto.” (El comunicado está suscripto por el secretario de Cultura, Gustavo López, y el director del CTBA, Kive Staiff.) Durante enero,Wainrot se ocupó del tema, aunque las amenazas se espaciaron: “Se dio la paradoja y la barbaridad de que mientras se empezaron a publicar cartas solidarizándose conmigo, estos personajes escribieron: Tu tiempo se terminó. Parece que no entendiste las señales”.