ECONOMíA › LOS SUPER FACTURARON MAS Y VENDIERON MAS CANTIDADES
El changuito se va llenando
El mes pasado, las principales cadenas relevadas por el Indec facturaron 3,4 por ciento más que un año atrás, al tiempo que las cantidades vendidas crecieron 6,5 por ciento en ese período.
Por Claudio Zlotnik
Para los supermercados, el año comenzó de manera positiva. En enero facturaron un 3,4 por ciento más que en el mismo mes de 2003. También se notó un repunte en las cantidades vendidas, que treparon 6,5 por ciento, una particularidad que no sólo refleja el impulso del consumo sino también el éxito de la estrategia comercial de las cadenas. En esencia, la chance que les brindan a sus clientes de financiar las compras hasta en seis cuotas sin interés mediante las tarjetas de crédito.
Hay un dato que es elocuente de ese fenómeno. A lo largo de todo el año 2002 y mitad de 2003, las cantidades vendidas por los supermercados mostraban fuertes bajas, de un 30 por ciento en promedio respecto de las cifras de 2001. La tendencia se revirtió en julio del año pasado, cuando la economía ya llevaba un año de recuperación. La clave de los mayores volúmenes de ventas se relacionó con las facilidades que dieron los súper e híper para financiar compras.
Coincidió también con la reaparición de ofertas tentadoras para los consumidores. Precios de ocasión que habían desaparecido con la crisis. A partir de julio del año pasado, los productos despachados crecieron mes a mes. Así, las cadenas fueron recuperando clientes que habían cambiado sus hábitos, retornando a los comercios de barrio que fiaban y les cobraban más barato.
Pese a que la inflación estuvo controlada desde principios de 2002, las grandes cadenas remarcaron los productos de las góndolas. El año pasado los encarecieron un 21 por ciento a pesar de que la inflación superó apenas el 3 por ciento. Este año lo empezaron siguiendo esa regla: según los datos oficiales del Indec, en enero subieron los precios un 0,6 por ciento. Por encima del 0,4 por ciento de inflación y del 0,4 que avanzaron los precios de los alimentos y las bebidas, rubro que representa el 73 por ciento de la facturación de las cadenas.
En enero, las cajas registradoras contabilizaron 1361,6 millones de pesos. Representó una baja del 1,5 por ciento en comparación al mes anterior, medido en forma desestacionalizada. Es decir, sin tomar en cuenta hechos excepcionales como el inicio del período de vacaciones ni las fuertes ventas que se producen en el último mes del año por Navidad y Año Nuevo. Justamente, ante las mayores colocaciones de diciembre, las empresas aumentaron en 800 personas su dotación de personal, a 88.500 personas.
Para este año, las perspectivas del sector son alentadoras. El aumento del consumo y la posibilidad de otorgar financiamiento barato, incluso a largo plazo, alimentan el entusiasmo de los empresarios. Para incrementar las ventas, algunas cadenas no sólo optaron por ofrecer seis cuotas sin intereses en el conjunto de las compras sino que incluyeron acuerdos especiales con determinados bancos o proveedores para extender ese crédito hasta 10 o 12 cuotas.
En este contexto, algunas cadenas retomaron proyectos que habían sido cajoneados por la crisis. Jumbo, por ejemplo, levantará un predio en la ciudad de Rosario con una inversión de 30 millones de pesos. Varias tiendas de descuento, como Eki y Leader Price, planean extender sus redes. Las modificaciones llegaron, incluso, a los propios salones de venta. Después de la devaluación se redujeron en forma notable el espacio dedicado a los artículos para el hogar y los electrónicos. Lugares que cedieron a las segundas y terceras marcas en el rubro alimentos y bebidas. En las empresas admiten que recién ahora se está notando un regreso de la fidelización hacia las marcas líderes. Todo sea por volver a los tiempos de gloria que vivió el sector, a mediados de la década pasada, cuando las ventas por metro cuadrado trepaban a 110 pesos. Ahora ni siquiera alcanzan a la mitad. Las cadenas se embarcaron en una fuerte ofensiva para dar vuelta la historia. Mientras, los minoristas prometen resistir. Sus fortalezas son las de siempre: la relación directa con los clientes, el fiado y hasta tener precios más competitivos que las multinacionales.