CULTURA
El erotismo, arma secreta
Para mejorar su situación financiera, el museo tiene algo parecido a un arma secreta: una colección de piezas eróticas de un coleccionista de la época victoriana. La colección de casi 400 piezas descansa desde el siglo XIX en el “Museo Secreto” de la institución, que hasta hoy no se atrevió a sacarla de su exilio interno por temor a generar un escándalo que manche su venerable reputación. Recién con la actual crisis y tras décadas de presión de parte de historiadores del arte, la dirección del museo está analizando planes para sacar a la colección de su ostracismo y realizar una exhibición paga.
La colección ofrece una insustituible panorámica de ese secreto mundo victoriano, que combinaba en medidas iguales moral pública y perversión privada. Calificada por los curadores de la época como “un monumento abominable a la licencia sexual”, pero conservada para la posteridad o para furtivo uso propio en el subsuelo del museo, contiene todo tipo de juguetes sexuales e imágenes eróticas. Hay estatuillas griegas, romanas, egipcias e indias, hay piezas y objetos del Renacimiento y la Edad Media, recogidas durante el apogeo imperial británico, y hay creaciones del siglo XIX. Una de las favoritas debía ser una caja de tabaco que al abrirse mostraba una escena rural bucólica con una pareja en el medio en pleno acto sexual. Según el historiador David Gainster, que está escribiendo un libro sobre el tema, la colección “ofrece una clara idea de las obsesiones sexuales de los victorianos”.
La colección pertenecía al respetable doctor George Witt, quien la donó al museo poco después que se aprobase la Ley contra las Publicaciones Obscenas. “En la época victoriana estaba muy mal visto tener estas imágenes y, seguramente, el doctor Witt las mostraba a amigos dilectos, después de las reuniones o cenas que daba en su casa”, explicó recientemente la curadora Judy Rodoe al dominical The Sunday Times.