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“Si los modelos milenaristas de poder, tanto de derecha como de izquierda, están en una epilepsia que los hace retorcerse desgarradoramente ante nuestros ojos, qué le espera a las estructuras secundarias, como la cultura. ¿Para qué nos sirve hacer teatro en un mundo como en el que vivimos? ¿Qué paradigmas teatrales se sostienen en este principio de milenio? Al hacernos esta pregunta, la imagen de Jerzy Grotowski (1933-1999) aparece, crece y se agiganta al darnos cuenta de que fue esencialmente él quien trabajó para recuperar una mística y una dignidad que buscan la expansión y la plenitud del ser humano”, señala el investigador Nicolás Núñez, una de las visitas más importantes de esta quinta edición del festival Experimenta. “Si Grotowski revolucionó el teatro, fue porque lo regresó a sus orígenes sagrados. Sacralidad secular, apostolado efímero, sin iglesia ni fieles, en búsqueda siempre de cómplices para la aventura fantástica de construir, artesanalmente, la explosión del instante vivo”.