CULTURA
La democracia radicalizada
–¿Cómo fundar una democracia radicalizada y plural, cuando las democracias actuales parecen más a la defensiva?
–Hay una tendencia a decir que la democracia es simplemente una cuestión de procedimientos. Pero la experiencia histórica en América latina va en contra de eso. Si uno piensa en los años ’30 y ’40, en fenómenos como el MNR en Bolivia o el peronismo, éstos eran movimientos profundamente democráticos en el sentido que traían a los de abajo a participar dentro del sistema, pero en muchos casos fueron formalmente antiliberales. Una democracia radical no significa necesariamente una democracia liberal, aunque en algunos casos lo sea. Por democracia radical lo que hay que entender es que grupos que son excluidos de la participación tienen acceso al espacio público. A principios del siglo XIX en Europa, el liberalismo era aceptado en el sistema parlamentario, mientras que la democracia era un término peyorativo, el odiado jacobinismo. Y requirió un proceso de revoluciones y de reacciones hasta que se logró integrar democracia y liberalismo de modo que se unificara. Ese proceso de unificación nunca se dio realmente en América latina. En la sociedad argentina, no se puede pensar en una democracia que se oponga a las formas liberales, pero podemos pensar en muchas formas participativas que van desplazando el modelo liberal en una variedad de direcciones.