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Un diente que le quedaba
Por Alicia Steimberg
Todavía no he visto ni la tapa de Memorias de mis p... tristes, de Gabriel García Márquez, pero ya sé que el protagonista es un hombre de noventa años, sé también lo que piensa hacer con una adolescente y sé que finalmente lo único que hace es contemplarla dormida. ¿Será bueno esto de revelar el “argumento” por anticipado? Es como decirles a los lectores: “Entérense de esto, distraídos. A ti, lector joven, con músculos desarrollados en el gimnasio y gónadas que empujan sin cesar al acto llamado cópula, un acto discutido, reglado, permitido o prohibido según el caso: “Cópula:... lícita dentro del matrimonio, pero fuera de él siempre ilícita y mala”. Diccionarios Enciclopédicos Hispanoamericanos, 1912. A ti te pregunto, joven atleta: ¿Te gustará leer un libro sobre un hombre de noventa y una adolescente? Pero están todas esas p..., contesta el chico. ¿Qué tanto te importan a ti las p..., cariño? No sé, al abuelo le gustaban mucho”. Tal vez el libro sea un encanto, por ejemplo si a García Márquez le place recordar a unas putas de cuando él era chico. Aunque desde que se tiene memoria los escritores han hablado de la pérdida de los dientes, tal vez nadie lo haya hecho así:
Dicen de una buena vieja,
Que un diente que le quedaba
Se lo encontró estotro día
Enterrado en unas natas.
Y entre lágrimas le dice
Ay, diente mío de mi alma,
Yo sé cuando fuisteis perla
Aunque ahora no sois nada
No sois nada
¡Que se nos va la Pascua, mozas!
¡Que se nos va la Pascua!*
*Góngora y Argote, Luis de: “Que se nos va la Pascua, mozas”. “Pascua, entre otras acepciones: alegría, regocijo”. Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia de la Lengua Española, 1992. Y, digo yo, por extensión, alegría, regocijo, como los de los años mozos.