CULTURA › OPINION
Doblemente oriental
Por tomas abraham
Conozco a Hebe desde hace veinte años. Trabajó conmigo en la cátedra de Filosofía de la UBA. Durante el mismo lapso fue parte del Seminario de los Jueves. Es así que la escuché. Y leí algunos de sus libros. Hebe tiene una mirada rara. Toca y se va. No le gusta que se le impongan. Es un ser libre, inaprensible. Sus palabras se miden con una vara pequeña. Le gustan las frases cortas y odia discutir. Prefiere intervenir con interrogantes. Sus observaciones terminan con un “¿no?”.
Es una persona orgullosa, su compromiso con la literatura es vital. Escribir para ella es algo muy serio, no da lugar para poses y pavadas. No le interesa el negocio de la literatura, ni el aparentar de la gente que tiene la etiqueta de escritor. Escribió siempre, con una cadencia parecida. Quizá pueda decirse que le gusta la metonimia. Las cosas ocurren, pasa un perro, una tía tose, un pibe se olvidó una bolita, se quemó la tortilla. La vida sucede, y las personas son pequeñas. Para Hebe, los hombres se expresan en chiquito, pero ya sea cuando lo hacen así, con poco, con lo que pueden, o, cuando aparentan ser muy grandes y enfatuados, Hebe se ríe.
Hebe Uhart es una escritora con humor, leerla es entrar en una atmósfera liviana, matizada, con pinceladas finas. Nos saca una sonrisa. Pero no diría que es amable, por el contrario, es intransigente, eso por un lado; por el otro, su mirada no sale de sí, tiene la autonomía de ciertas locuras. Parece inconmovible. Admito que me he quedado en una descripción psicológica con escasos argumentos estéticos. Pero no se me ocurre más que decir que Hebe escribe bien, sabe componer cuentos y ofrendarlos ya destilados, y, con sus personajes, tiene el mismo buen trato que su maestro Felisberto Hernández. Concluyo diciendo que Hebe Uhart es una escritora doblemente oriental, tiene algo de uruguaya y de japonesa.