CULTURA › EL LIBRO QUE RETRATA EL
DESARROLLO MURGUERO DESDE 1970
La historia desde adentro
Luciana Vainer tiene quince años de murguera y es integrante de Los Quitapenas. Fue una de las impulsoras de la primera Marcha Carnavalera por la recuperación del feriado de Carnaval, que hoy volverá a desfilar por la Avenida de Mayo. También fue representante de las murgas en la Comisión de Carnaval de la Ciudad y es docente de murga porteña. Semejante currículum murguero la habilita para asegurar que hay muchos estudios sobre el origen de la murga y el Carnaval, sobre todo los uruguayos, pero faltan análisis sobre la forma que fueron adquiriendo en los últimos años, hasta llegar a la actualidad. ¿Qué hizo entonces esta murguera? Se puso a estudiar la murga y a sus integrantes desde 1970 hasta 2004. Tras un par de años de investigación, una cantidad importante de testimonios de sus protagonistas, documentos y material de archivo inédito, el resultado es Mirala qué linda viene. La murga porteña, que acaba de salir por la editorial independiente Papel picado.
“‘Todo tiempo pasado fue mejor’, me dijeron en la primera entrevista. ‘Por qué querés contar los carnavales desde 1970, si es cuando empezaron a morir?’ ¿Por qué arrancar justo cuando, cuentan, el brillo del Carnaval porteño empezó a apagarse?”, pregunta y se pregunta Vainer en la introducción de su libro. “Sucede que para mí, y para tantos como yo, el Carnaval es éste, el que tenemos la suerte de conocer y el que disfrutamos año a año. Y un Carnaval como éste merece que su historia –una historia en la que también puede leerse lo que fue pasando en nuestro país– sea contada”. Más adelante la autora acerca su propia definición de su objeto de estudio: “La murga es constitutiva de la vida: a través de la murga decimos, en la murga bailamos y nos alegramos, exorcizamos lo malo. En la murga encontramos muchos de nuestros afectos más cercanos, compañeros y compañeras de ruta con quienes aprendimos el valor y el enorme potencial de lo colectivo. A través de la murga aprendimos a transmitir saberes y experiencias y comprobamos que es una poderosa herramienta para la enseñanza y el aprendizaje, maleable, rica en recursos, capaz de adaptarse a diversas poblaciones y de alcanzar variados objetivos”.
Asumiendo ese lugar subjetivo desde el vamos, Vainer reconstruye el camino que fue tomando la murga desde 1970 hasta la actualidad cediendo la voz a sus protagonistas, murgueros de diferentes procedencias y edades que narran en primera persona la censura de los ‘70, la violencia social de los ‘80 o la nueva etapa organizada de fines de los ‘90. “Está bueno que toda esa historia esté volcada en algún lado. Para mí, además, es una forma de contribuir al afianzamiento de las murgas y del Carnaval. Es importante que queden documentadas un montón de cosas de las que sólo hay disponibles registros orales”, explica la autora.
Aunque Vainer escribió el libro bien desde adentro de las murgas que analiza, cuenta que algunos capítulos la sorprendieron al momento de la investigación. “La forma en que los militares explican en el decreto por qué sacan el Carnaval, por ejemplo. Ahí ellos dicen que necesitan más días para trabajar.” El decreto de junio de 1976, reproducido en el libro, dice textualmente: “La iniciativa se fundamenta en el enunciado propósito de incrementar la productividad a través de pausas en la actividad nacional”. –¿Qué otros descubrimientos hizo investigando la murga?
–Yo ignoraba toda la parte de la historia de la murga durante la dictadura. Como muchos, suponía que el Carnaval se había suspendido, me sorprendió que hubiese seguido adelante en los ‘70. La dictadura no lo prohibió, sino que lo controló. Quizás porque entonces la murga no era leída como es leída hoy. Lo permitían porque lo entendían como una manera que tenía la gente de salir del agobio cotidiano, necesitaban mantenerlo como un canal de distracción. También descubrí muchas historias personales muy ricas. La del Pacha, de Los cometas de Boedo, por ejemplo. Alguien que asumió el compromiso de volver a armar lo que él mismo había desarmado. Comprobé que la murga es realmente constitutiva de la vida de la gente, y no es una forma de decir, ni una frase linda. Para los que sentimos la murga, la vida gira alrededor de la murga.