CULTURA

Las marcas de Cromañón

La tragedia de Cromañón marcó un antes y un después en la organización de todos los espectáculos masivos. También en los corsos. Gustavo López se apresura a enumerar todos los recaudos previstos y sus responsables: “La policía es la encargada de la seguridad vial. Cada corso se organiza con una asociación vecinal con la que se firma un contrato, y esta asociación se encarga del escenario, las luces, el sonido y la seguridad del corso. Y a partir de lo de Cromañón hubo un celo mayor, por ejemplo, con la supervisión de las conexiones eléctricas”. Además, el uso de pirotecnia y la venta de alcohol están prohibidos desde hace tiempo por decisión de las propias agrupaciones murgueras. Pero Cromañón marcó más de cerca a la murga que a otros espacios. Varios de los chicos muertos en la tragedia eran murgueros, y muchos de sus familiares lo son. Por eso llegó a ponerse en duda la realización de estos corsos. Los murgueros decidieron hacer un minuto de aplausos y redoble de tambores cada día a las 22.40, hora en que se desató la tragedia, como recordatorio de las víctimas.

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