CULTURA › CENSURA Y LITERATURA, EN LA ULTIMA ENTREVISTA
“Lo importante es escribir”
Este es un extracto de la última entrevista que concedió el Premio Nobel de Literatura al diario El País, a mediados del año pasado, cuando estaba a punto de publicar una especie de autobiografía.
–¿Qué es lo que frena en estos momentos su pluma para ampliar sus memorias?
–Ahora saldrá una nueva edición de Memorias, entendimientos y voluntades, que va desde que llego a Madrid hasta que publico La familia de Pascual Duarte. O sea, que ahí se toma de lleno la guerra civil.
–¿A qué achaca la falta de una tradición autobiográfica en España: al pudor o a la hipocresía?
–Ese género, en España, no ha tenido nunca muchos cultivadores. No creo que se deba ni a la hipocresía ni al pudor. No hay literatura de memorias, como tampoco hay apenas literatura epistolar. El español es, sobre todo, poesía y novela, y menos ensayo. Eso va en países y en costumbres.
–Cuando era un adolescente consideraba que “el amor es un desequilibrio del sistema nervioso” y que “la mujer no es para ser amada, sino para ser temida y poseída”. ¿Cambió de opinión luego de haber tenido dos matrimonios?
–Esa frase está muy influida por Ortega, pero no estoy muy en desacuerdo con eso (risas). No mucho, aunque la vejez quizás haya suavizado un poco las cosas. La vejez siempre suaviza.
–“Llegar a ser ministro, embajador o académico tiene su gracia e incluso sus gotas de emoción, pero una vez conseguido pierde encanto”, dijo. ¿Qué análisis hace de su paso por la Academia después de trabajar durante 43 años?
–De hecho, soy el segundo académico más veterano, después de Laín Entralgo. El balance de estos años es muy positivo, ya que aquí aprendí muchas cosas; entre otras, normas de convivencia. Esta es una casa que es una gran desconocida, tiene grandes valores y los conservó siempre. Fíjese que las bajas por decreto que hizo el general Franco la Academia no las cubrió hasta que no murieron todos y cada uno de los expulsados.
–El día de la muerte de Rafael Lapesa, un académico decía que, además de un sabio, era un hombre que no tenía enemigos en la Academia. ¿Hay una guerra interna en la Academia?
–No, no, en absoluto. Supongo que habrá algunas enemistades personales, pero no otra cosa.
–La familia de Pascual Duarte, considerada como una obra maestra, fue alcanzada por el largo brazo de la censura. Sin embargo, usted fue censor. ¿Qué recuerda de esa época?
–Censura..., todo eso ya huele a puchero enfermo.
–¿En qué está trabajando ahora?
–Un libro no existe hasta que está editado y en manos del lector, mientras tanto es una vana fantasmagoría. A mí, lo que me gusta de la literatura es el hecho de escribir. Si después me publican una bella edición, muy agradecido; una buena crítica, también; si se vende, pues ya se verá. Pero todo eso no importa, lo que importa es el hecho de escribir.