EL PAíS › PRIMICIA DE SHAKIRA EN MEDIO DEL SILENCIO RADICAL
“De la Rúa tenía planes”
En una verdadera revelación, la novia del hijo del ex presidente dijo que los planes para terminar con la crisis eran “grandes”.
Por Martín Granovsky
Como es la futura nuera, no está claro si quiso beneficiar o perjudicar a su futuro suegro. En todo caso, lo suyo fue una primicia. La cantante Shakira dijo ayer que Fernando de la Rúa “tenía grandes planes para solucionar esta crisis de cuatro años que vive la Argentina”.
De la Rúa, en versión Shakira, “es un patriota y un político honesto”.
Según la novia de Antonio de la Rúa, “fue la corrupción la que no le permitió” al ex presidente aplicar esos grandes planes.
Shakira habló en España durante una conferencia de prensa para presentar su último disco, Servicio de lavandería.
“Tengo ganas de seguir agrandando mi mundo”, dijo. Acompañada por Antonio, con quien “no hay fecha para la boda, aunque nuestro mutuo deseo es compartir una vida juntos”, también se dejó un espacio para las confesiones: “Cantar es lo único que sé hacer, no sé cocinar y en lo demás soy bastante mediocre”.
Sobre Colombia, su país, la opinión de Shakira fue curiosa. Justo en el momento en que se aproxima la guerra abierta, dijo que “estamos más cerca de la anhelada paz”.
Cualquiera podría pensar que Shakira es cándida cuando habla de la Argentina y su querido suegro. Si lo es, la verdad es que lo suyo no supera la visión naïf que predomina en las charlas de pasillo o de playa dentro del propio radicalismo. También los ex delarruistas, adecuadamente deprimidos, repiten la teoría del entorno que habría dañado las buenas intenciones de De la Rúa. Sólo varía la personificación del mal. Para algunos, el diablo fueron sólo los sushi. Para otros, sólo la familia presidencial. Para unos terceros, sólo el radicalismo de la provincia de Buenos Aires. Para los bonaerenses, sólo Fernando de Santibañes. O sólo Nicolás Gallo. O sólo Chrystian Colombo. O sólo Domingo Cavallo.
La teoría del entorno estuvo de moda en vida de Juan Perón, primero, y después durante la larga agonía política de Isabel Perón, desde el 1º de julio de 1974 al 24 de marzo de 1976. Cada sector tendía a colocar las culpas en un pequeño grupo que había copado la presidencia. El objetivo de la simplificación era doble. Por un lado, disculpar al jefe, o a la jefa. Por otro lado, convertir la política en una caricatura de la que desaparecía el conflicto social, la lucha de poder y la disputa por distintas estrategias económicas.
Para el caso de Fernando de la Rúa la teoría del entorno tiene, también, una utilidad con varias funciones:
- Evita discutir por qué el radicalismo, como partido, no rompió con el Gobierno al que criticaba, a veces abiertamente y a veces en sordina.
- Disimula el reconocimiento de que una ruptura hubiera significado el retiro de todos los funcionarios del aparato del Estado, y por lo tanto hubiera crecido notablemente el índice de desempleo.
- Esquiva un debate a fondo de la situación actual, según la que la ayuda del peronismo opera como un pulmotor sobre un radicalismo que había llegado al peor momento de su historia.
- Obtura una investigación seria sobre el papel concreto de De la Rúa, Enrique Mathov, Ramón Mestre en la masacre de Plaza de Mayo del 20 de diciembre último, cuando actuó un comando, aparentemente policial, que mató manifestantes entre cuatro y cinco de la tarde disparándoles al torso con balas de calibre 9 milímetros.
En realidad, en estos días sólo Shakira defiende a De la Rúa en persona. Los dirigentes radicales, en su mayoría, adoptan dos tipos de actitudes. O lo atacan como si durante dos años hubieran sido columnistas políticos. O callan (lo cual es malo, pero menos peor que la variante uno).
Los otros políticos ni siquiera lo mencionan, un poco por piedad corporativa y otro poco porque están enfrascados compartiendo su ignorancia sobre cómo achicar el corralito o cómo iniciar una tibia reactivación. Fuera de la política, la imagen de De la Rúa aparece como si todo el mundo estuviera practicando un juego llamado “Péguele al tonto”. No hay por qué ponerse amargos ni dejar de escuchar a Charly García (ver aparte). Si la clase media no tiene plata, los empleados no consiguen trabajo y la economía está más seca que el Sahara, mejor tener a quién tomar de punto para divertirse un rato. El único problema sería si, como los nerds de la primaria, De la Rúa terminase en víctima, un papel que el ex presidente cultivó toda su vida hasta que dejó el gobierno matando.