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¿Alguien vio un dólar?
Por Maximiliano Montenegro
Al que depositó en dólares, se le devolverán dólares.” La promesa inaugural de mandato del presidente Eduardo Duhalde está siendo desandada, con cautela, por su equipo económico. La llamada flexibilización del corralito –anunciada ayer “en privado” para no avivar caceroleros– no es otra cosa que un camino de mano única hacia la pesificación de los depósitos.
“¿Alguno de ustedes vio alguna vez vio un dólar?”, preguntó hace tiempo Juan Domingo Perón. “Nadie volverá a ver salir un dólar de los depósitos bancarios”, al menos por este año, es el claro mensaje enviado ayer por la tropa de Jorge Remes Lenicov.
Por un lado, mediante una resolución del Ministerio de Economía –que rectificará una circular del Banco Central del viernes– se prohibirá la extracción de dólares de las cajas de ahorro en dólares: sólo podrá retirarse hasta un tope de 700 pesos mensuales. Por otro lado, sólo podrá disponerse de una parte de los ahorros, siempre dentro del corralito, si antes se acepta la pesificación de los mismos.
La primera medida tiene por objeto evitarles a los bancos el costo de entregar los valiosos dólares billete. Dicho sea de paso: un ahorrista retira de su caja de ahorro “500 dólares pesificados”, o sea 700 pesos, que le alcanza para comprar en la misma ventanilla del banco 350 dólares. ¿Adivine el lector quién se queda con la diferencia?
La segunda medida apunta a ir soltando el lastre a la promesa de Duhalde y al pasivo de los bancos, al poner a la gente en la disyuntiva de esperar a un incierto larguísimo plazo para volver a estar en la cola de devolución de depósitos en dólares o empezar a gastar sus ahorros pesificados a un tipo de cambio barato.
Sin embargo, la movida puede ser un boomerang. Si quienes pesifican sus ahorros deciden comprar dólares verdaderos, girando cheques sobre sus cuentas a la vista, entonces el dólar libre podría dispararse. Esta clase de operatoria fue habitual en los últimos días por parte de empresas. Y en Economía resolvieron que no la prohibirán porque así se alimentaría un mercado negro de cambios imposible de controlar.
Para atenuar este peligro el equipo de Remes tomó dos decisiones. Una es acotar la pesificación a montos pequeños. Y puede extender el parate de la economía. ¿Cómo comprar un departamento de 50.000 dólares si sólo se autorizará librar un cheque o transferir 7000 pesos de un plazo fijo o una caja de ahorro en dólares? La otra es risueña: se exigirá una declaración jurada a los compradores de dólares con el fin de identificarlos. Ahora bien, el Ministerio de Economía todavía no pudo identificar ni a los propios directores del Banco Central firmantes de circulares insólitas. ¿Alguien cree que podrá identificar a los cientos de miles de depositantes que correrán a adquirir dólares?