Viernes, 12 de septiembre de 2008 | Hoy
DEPORTES › EL POBRE PRESENTE DE LA SELECCION ARGENTINA Y LAS RAZONES DEL ESTANCAMIENTO FUTBOLISTICO
Los problemas están identificados, falta encontrar las soluciones. Pero la crítica despiadada no favorece la evolución del equipo. Las estadísticas marcan que, desde los resultados, el presente no es tan escandalosamente desastroso como se lo pinta.
Cuando el colectivo se encuentra bien, entero y firme, los errores de las individualidades o los típicos bajones que no escapan a las generales de la ley pueden disimularse. Abundan los ejemplos de grandes equipos integrados por jugadores ordinarios que, sin embargo, en medio de sus propias sorderas encontraron la nota y consiguieron cuajar en la sinfonía general. Tan cierto es esto como el hecho de que cuando lo que falla es el colectivo, no se salva nadie, ni siquiera los cracks. Las flojas actuaciones de la Selección en sus últimas presentaciones encendieron una cacería indiscriminada. Los platos preferidos de los cazadores: Riquelme, que bien puede tener un mal partido, pero por deporte nacional se le suelen recriminar hasta sus virtudes; Messi, ponderado como el genio indiscutido, el mejor del planeta, a quien luego se le achaca un excesivo autismo, un individualismo extremo; y, ya con firmes deseos destituyentes –con Batista refregándose silenciosamente las manos–, al propio Basile, quien al parecer ha perdido confianza y el crédito de sus detractores, y ahora hasta parece no haber hecho méritos, no ser digno del gran plantel que le toca dirigir. Patrañas. Miserias de los miserables.
No jugó bien la Selección ante Perú y tampoco lo viene haciendo a la altura de las expectativas en sus últimas presentaciones. Los escasos cuatro puntos conseguidos de los últimos quince no la colocan en el lugar que, por historia y jerarquía, se le suele exigir. Entonces la falla, el estado errante del equipo, despierta la ira de los sedientos y de los falsos profetas que guardan la receta del éxito debajo de la manga con la que muchas veces, sobre todo en épocas de abundancia, suelen estrechar la mano de los condenados. Está visto que la cacería supone un esfuerzo menor al del análisis y al de la crítica, sobre todo cuando ésta es desinteresada.
Si hay algo que el momento que atraviesa la Selección demanda más que los escuálidos sacrificios mencionados, es el aprovechamiento de la oportunidad que se presenta. La pregunta es: ¿puede el hincha, el especialista, el entrenador al acecho, el individualista, el dirigente, contribuir a un debate que en lugar de debilitar al equipo lo fortalezca? Puede, por supuesto, pero para eso debe primero comenzar a despejar el problema y focalizarse en qué está fallando el equipo, más allá de las individualidades.
La Selección sufre problemas en el mediocampo, falta de orden y también de claridad para llegar con fuerza común a la zona de ataque. Alcanza, como ejemplo, con ver el gol del empate de los peruanos: Coloccini aparece arriba de Zanetti; Zanetti mira pasar desde atrás a Vargas y lo deja; Battaglia lo corre cuerpo a cuerpo, pero elige no voltearlo, escaparle a una roja segura, lo pierde y le deja sacar el centro; Demichelis y Díaz ven pasar entre ellos a Fano, que finalmente conecta el envío de Vargas y deja sin respuesta a Carrizo. No fue por brujería, ni vudú, pasó que los muchachos argentinos se durmieron, quizá porque en medio de tantas presiones saboreaban los tres puntos que, al menos en las cuentas, los iban a salvar de la cacería que se anunciaba y se olía.
“Creo que fuimos un poco más que Perú. Lamentablemente estuvimos cerca de cortar la racha y llevarnos un triunfo. Hubiera sido muy bueno ganar”, manifestó Zanetti, por veteranía capitán del equipo. En medio del naufragio, también Basile salió a poner la cara y a decir que la “racha negativa se va a cortar”. Es que en medio de tantos truenos, rayos y centellas, le cuesta al DT ver dónde hace agua el equipo. Vaguedades como “defensivamente anduvimos bien, pero ofensivamente no tanto” abundan en su ronquera. Sin embargo, la mayoría pretende ignorar las verdades que a Basile se le escapan en la tormenta. Lo que falta es tiempo de trabajo, tiempo para reubicar mejor las piezas, para ensayar variantes. Y los exitistas de siempre no le van a dar tregua.
La falta de gol, las escasas situaciones que genera el equipo preocupan hasta a los propios jugadores. Lo dijo Demichelis, un jugador que promete hacer historia en la Selección. “No generamos muchas situaciones y al final lo terminamos sufriendo. Hay que ser conscientes, aceptar las críticas, que van a ser muchas y con razón, ya que no jugamos en el mejor nivel”, admitió el defensor, tal vez imaginando que a calzón quitado podría acaso aplacar el instinto de los caníbales deportivos.
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