Julio Grondona acaba de viajar a Zurich, Suiza, con un objetivo preciso: instrumentar cómo será un acuerdo entre la FIFA y la AFIP para intercambiar información sobre la evasión en las transferencias de los futbolistas. Se trata del primer convenio de ese tipo en el mundo. Como vicepresidente de la multinacional que regentea el deporte más lucrativo del planeta, no le quedaba otra alternativa. Organismos tributarios de varios países ya iniciaron demandas contra la federación porque comprobaron delitos en distintas operaciones. Ricardo Echegaray, el titular de la AFIP, también había puesto en aprietos al dirigente. En declaraciones citadas por el portal Terra, el funcionario comentó el 13 de noviembre: “Se ha comprobado que algunos contratos que tiene la AFA son distintos a los de la FIFA y del club que compró al jugador, incluso a veces difieren del que se presentó al gremio de los futbolistas”. Una certeza que es como un virus resistente a los pobres anticuerpos del fútbol, esos que nunca alcanzan para controlar triangulaciones mediante clubes pantalla o pases en los que intervienen empresarios que son los verdaderos dueños de los jugadores.

“En la última reunión a la que asistió en el Congreso, el presidente Grondona dio como un hecho la instrumentación del acuerdo entre la FIFA y la AFIP. Y viajó el miércoles por la noche a Suiza para terminar de cerrar ese convenio”, informó el vocero de la AFA, Ernesto Cherquis Bialo. En la AFIP esperan el intercambio con expectativa. Un plan antievasión que tiene fecha de presentación inminente ubica el mercado del fútbol como uno de los que registra más triquiñuelas para evadir el pago de sus respectivos impuestos.

La percepción no es de ahora. A fines de 2006 se creó el Régimen Informativo del Fútbol Profesional mediante la resolución 2182 de la AFIP. Su objetivo era “implementar un régimen informativo respecto de la titularidad de los derechos económicos sobre el producido por la transferencia de los contratos celebrados con profesionales”.

Hasta hoy, la AFA cumple con esa operatoria, que se tornó insuficiente para detectar la evasión en las transferencias. “Nosotros recibimos la información de los clubes y, así como nos llega, se la pasamos encriptada a la AFIP. El área que se encarga de cumplir ese paso es la gerencia de Administración y Control”, le confió a Página/12 uno de los abogados de la asociación. En este tema, el principal asesor de Grondona es el ex vicepresidente de Unión Marcelo Martín. Fue él quien les respondió a los diputados sobre tan espinoso asunto en la Comisión de Deportes de la Cámara baja.

La compra-venta de futbolistas mueve en la Argentina entre 100 y 160 millones de dólares por año, un volumen de dinero que no se compadece con los tributos que finalmente ingresan al fisco. Las sospechas de evasión son recurrentes desde que dirigentes, intermediarios y grupos empresarios utilizan el recurso de clubes pantalla para eludir el pago de impuestos. Un ejemplo: el 29 de enero de este año, Olimpia de Paraguay le cedió a Fénix de Uruguay el pase de Rodrigo Rojas hasta el 30 de junio de 2011. Pero el 2 de febrero, tres días después, el volante llegó a River, donde hasta ahora integra el plantel que conduce Juan José López. Con todo, el caso más notorio de presunta evasión involucró al club suizo Locarno, que realizó varias operaciones con el de Núñez cuando lo presidía José María Aguilar.

En la Argentina, la carga tributaria de una transferencia puede ascender hasta el 25,5 por ciento. El 15 por ciento del pase le corresponde al futbolista, el 7 a la AFIP, el 2 a la AFA, el 0,5 a Futbolistas Argentinos Agremiados y, en la Capital, desde hace un tiempo las operaciones pagan el uno por ciento de impuesto a los Sellos. A menudo, estos porcentajes no son percibidos por quienes deberían recibirlos. Hay futbolistas que renuncian a su 15 por ciento bajo presión y otros que se benefician de las triangulaciones para eludir el impuesto a las Ganancias. Ahora los quieren poner a todos en caja.