Viernes, 10 de junio de 2011 | Hoy
DEPORTES › OPINION
Por Adrián De Benedictis
El futuro futbolístico de River comenzará a definirse en las próximas horas, y todo transcurrirá muy lejos de los festejos por un nuevo título. La entidad legendaria atraviesa el peor momento de su historia, con el riesgo que significa poder perder la categoría máxima. En ese sentido, que el club ponga especial atención en el partido que jugará esta noche Olimpo ante Newell’s, por la 18ª fecha del torneo Clausura, muestra claramente los días difíciles que le toca vivir. Inéditamente, River sigue dependiendo de lo que ocurra con otros equipos, y entre ellos los bahienses son los más observados.
El mayor inconveniente que posee el club es la aceptación desde la intimidad del plantel, ante la posibilidad de jugar con un rival de la B Nacional. Las palabras del capitán, Matías Almeyda, el miércoles último revelan el pensamiento que se mezcla entre los protagonistas. Llaman mucho la atención sus palabras al destacar que “jugar la Promoción no es una deshonra”. Teniendo en cuenta la ascendencia del experimentado jugador sobre sus compañeros, el mensaje no parece acertado, sabiendo que River aún mantiene chances de evitar aquella chance.
Pero como el desconcierto es general, aparecen decisiones inesperadas en momentos inoportunos. En primer lugar, el técnico Juan José López cambiará su esquema para visitar a Estudiantes el domingo próximo, con la inclusión de un jugador (Carlos Arano) que no fue tenido en cuenta durante su proceso. A dos fechas del final del certamen, Arano pasó a ser importante para el equipo. Para que ingrese el defensor deberá salir otro hombre y el elegido es Diego Buonanotte, con características totalmente diferentes de las de Arano.
Y según lo que se pudo apreciar en el entrenamiento de ayer, Buonanotte no estaría ni siquiera entre los concentrados para enfrentar al conjunto platense. Es decir, pasaría de ser titular a ni siquiera integrar el banco de los suplentes. Ese es otro mensaje de lo que sucede en River.
El derrumbe institucional, como sucede en estos casos, se inicia en la cúpula directiva. En ese lugar, los mismos dirigentes que respaldaban a López por su claridad para ordenar la disciplina interna de los futbolistas y mezclarse entre los candidatos a ganar el campeonato están dudando ahora de mantenerlo al frente del grupo en los próximos dos compromisos, e inclusive especulan, en el punto extremo, con la variante de llamar a otro conductor para que dirija en la Promoción. Lo que es seguro es que López volverá a trabajar con las divisiones menores a partir de julio, aunque algunos pretenden adelantar ese pase.
El presidente Daniel Passarella, quien ocupa ese puesto desde hace un año y medio, aún mantiene pendientes muchas de sus propuestas. La inversión millonaria que salvaría económicamente a River tuvo múltiples variantes, y el fideicomiso se encontraba a minutos de su acuerdo. Pero todavía no hay salidas concretas, y el frente opositor comenzó a levantar el perfil reclamando cambios políticos drásticos.
Mientras todo eso ocurre, el club se desvanece y las consecuencias podrían ser todavía más dolorosas. Más allá de que los descalabros comenzaron hace varios años, cuando muchos de estos directivos y futbolistas no estaban en el club, la desesperación gana trascendencia y, si termina envolviendo todo, el final puede ser desconcertante. Y esta noche juega Olimpo de Bahía Blanca...
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