DEPORTES › FUTBOL EL EQUIPO ARGENTINO DEBIó GANAR, PERO NO PUDO CON LA DéBIL BOLIVIA

Como una catarata de frustraciones

La gente, que fue con la ilusión de maravillarse con las grandes estrellas del país, terminó decepcionada con el empate. Los goles fueron convertidos por Martins, tras un error de Demichelis, y Lavezzi, luego de un pase de Gago. El martes espera Colombia.

 Por Ariel Greco

La Selección Argentina sufrió una nueva frustración. En un estadio Monumental que lució bastante despoblado, el equipo de Alejandro Sabella apenas consiguió rescatar un punto con un pobre 1-1 ante Bolivia. Por más que mereció ganar y que contó con muchas más ocasiones que su rival, el equipo se retiró en medio de silbidos y hasta con algunos cantitos agresivos. Con cuatro puntos sobre nueve, el próximo encuentro en Barranquilla ante Colombia tiene una importancia mayúscula, para no perder más terreno en la búsqueda de una plaza para Brasil 2014.

La manifiesta debilidad del rival nubla cualquier posibilidad de análisis: no hay manera de explicar que un conjunto argentino, con Lionel Messi en la cancha, no le pueda ganar como local a la débil selección boliviana sin caer en la tentación de remarcar lo mal que se jugó, de las pocas ideas de juego asociado que se exhibieron y hasta de la poca rebeldía que terminó mostrando el equipo de Sabella ante el resultado adverso. Todo eso es absolutamente cierto.

Pero de la misma manera, si apenas dos de las numerosas chances que se generaron, aun bajo ese ataque confuso y deshilachado, hubiesen terminado adentro del arco del correctísimo Arias, la visión general sería muy distinta. Frases del estilo de “Argentina no lució pero ganó con comodidad”, “la Selección dominó con claridad ante un rival inferior” o “el equipo de Sabella venció con tranquilidad y hasta mereció algún gol más” hubiesen poblado la mayoría de los comentarios y análisis. Tan real como las otras sentencias, pero eso no ocurrió.

Con esas dos salvedades aclaradas, se puede bucear un poco más en las razones de un empate que resta mucho más de lo que suma. Pese a que jugó muy mal, Argentina mereció ganar sin sobresaltos, ya sea por las llegadas generadas, dominio del balón y hasta por ambiciones. Lo de Bolivia se limitó a una defensa con mucha gente y a tratar de aprovechar algún error del rival. Cuando Demichelis se equivocó, Martins facturó. Ni más ni menos que eso.

El problema es que Argentina equivocó el camino para generar fútbol, por un error conceptual en la manera de atacar. Por eso, sus llegadas se produjeron por talento individual y no por desequilibrio colectivo. Ante una defensa tan poblada, la clave para romperla pasaba por la movilidad. Pero casi todos los volantes y delanteros optaron por pedir la pelota al pie en lugar de aprovechar los espacios vacíos. De esa manera, recibían y buscaban sacarse a un hombre de encima con la gambeta. A veces salía, pero en muchas otras ocasiones terminaban perdiendo ante la muralla verde. Pastore, demasiado arrinconado sobre la izquierda, no terminaba de soltarse. A Ricky Alvarez le pesó la responsabilidad y terminó abusando del traslado, lo que muchas veces se tradujo en réplicas rivales. Y sin abastecimiento, Higuaín terminó perdiendo peso en el área, con pocas ocasiones para definir, salvó en el gol que anotó, pero que el árbitro, de manera insólita, anuló por una falta previa, sin otorgar la ley de ventaja.

Y hasta Messi cayó en esa trampa. El mejor jugador del mundo mostró destellos de su talento, pero terminó desdibujado y casi perdido en el campo. Está claro que el crack del Barcelona es el as de espadas cuando su equipo puede imponer su juego. Ahí brilla y desequilibra a cualquier defensa. Sin embargo, tiene una asignatura pendiente cuando pretende convertirse en el salvador. En ese momento abusa de la maniobra individual, se frustra, se fastidia y termina pasando inadvertido, como le ocurrió ayer. En los últimos minutos, cuando Argentina llegaba seguido al arco rival en base a empuje y amor propio, Messi se terminó de apagar. Toda una paradoja que sigue sin tener solución.

Dentro de esa confusión, Gago fue el que sacó la cabeza sobre el resto. Gracias a su buen primer pase entregó claridad y aportó la asistencia para Lavezzi. El otro fue Clemente Rodríguez, que terminó ovacionado en cada acción. Y más allá de su entrega, que el lateral de Boca recibiera esa muestra de cariño en un equipo con tantos nombres rutilantes resultó el termómetro perfecto de lo que fue la actuación argentina.

1- ARGENTINA

Romero; Zabaleta, Demichelis, Burdisso, Rodríguez; Gago, Mascherano, Alvarez; Messi, Higuaín, Pastore.

DT: Alejandro Sabella.

1- BOLIVIA

Arias; C. Vargas, Méndez, Rivero, L. Gutiérrez; E. Rojas, Flores, Robles, Cardozo; Escobar; Martins.

DT: Gustavo Quinteros.

Estadio: River.

Arbitro: Carlos Vera (Ecuador).

Goles: 55m Martins (B), 59m Lavezzi (A).

Cambios: 49m Segovia por Rojas (B); 58m Lavezzi por Alvarez (A); 76m Andaveris por Martins (B); 80m Sosa por Mascherano (A) y Chávez por Escobar (B).

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La imagen típica del partido: Messi, rodeado de defensores bolivianos, sin poder progresar.
Imagen: DyN
 
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