DEPORTES
Bajo las bombas, a Bagdad volvió el peligro... de gol
En Irak se reanudó el Campeonato de Primera pese a la guerra, con entradas gratuitas y 5000 espectadores. Cuando cayó una bomba cercana, la defensa tambaleó y un delantero aprovechó para marcar.
Por Sammy Ketz
Desde Bagdad
Las bombas estadounidenses que están cayendo sobre Irak desde hace una semana no han dejado al fútbol “fuera de juego”, y el presidente de la Federación Iraquí de Fútbol, Uday Saddam Hussein, hijo mayor del jefe de Estado, ordenó que se reanudase ayer el Campeonato de Primera, a pesar de la guerra. Encantado por esta decisión, Saad Kazem, un iraquí que parece no exaltarse por esta realidad, se trasladó hasta el estadio “del pueblo” de Bagdad, para asistir al partido entre su equipo preferido, Al Zawra, y el de Samara, una ciudad ubicada a un centenar de kilómetros al norte.
Este comerciante mayorista de la alimentación, de 34 años, se sentó junto a sus amigos en una de las tribunas del coliseo con capacidad para 50 mil espectadores, mientras a lo lejos se veían las densas columnas de humo negro de las trincheras que, repletas de petróleo, los iraquíes prendieron fuego en su afán de derrotar a las fuerzas anglo-estadounidenses.
“Es el primer momento de placer que disfruto esta semana”, afirmó Kazem en el momento en que hicieron su entrada al campo de juego, cuyo césped está bastante gastado, las “águilas” del Zawra y los albinegros del Samara. Lo único que lamentó fue que la afluencia de público fuera tan escasa, a pesar de que las entradas para el partido eran gratuitas.
En la tarde de ayer, apenas unas cinco mil personas llegaron hasta el estadio. “Normalmente, los partidos se juegan con las tribunas repletas, pero hoy (por ayer) la gente no debe haberse enterado que se jugaba”, dijo Kazem.
Todo se desarrolló como en cualquier partido jugado en otra parte del mundo, detalles más o menos. En las circunstancias actuales, los hinchas animaron a sus equipos con cantos políticos del tipo “abajo Israel, los estadounidenses y sus ancestros”, “hello, hello, Saddam sigue resistiendo”, y “Bush, tus días están contados”.
El Zawra, tercero de la tabla del campeonato, dominaba claramente el encuentro con el marcador favorable de 2-0, cuando su centrodelantero, Hossam Fawzi, se introdujo en el área del Samara. En ese preciso instante, la explosión cercana de una bomba o un misil desestabilizó a la zaga visitante y el jugador local aprovechó para marcar el tercer tanto.
Ibrahim Al Mafarji, un hombre de negocios de 40 años, asistió al estadio con sus tres hijos, Al Hussein, de sólo 3 años; Marwan, de 14, y Bakr, de 11, con la finalidad “de olvidar un poco esta atmósfera de guerra. Esto me relaja y los niños están contentos”, aseguró. Otro padre de familia, Mofad Luai, de 44 años, también presenció el partido junto a sus tres hijos. “Fueron ellos los que me obligaron a venir. Están enclaustrados desde hace una semana porque las escuelas se encuentran cerradas y querían ver el partido”, explicó.
Imad Gargan, de 38, trabajador en una imprenta, se acercó como todas las semanas al estadio, en la oportunidad enarbolando durante todo el partido un cartel con la fotografía de Saddam Hussein. “No me separo nunca de él. Estoy seguro de que la presencia de mi amado líder ayuda a ganar a mi equipo”, afirmó con convicción. Ni las bombas ni las sirenas de alarma antiaérea parecen impresionar al público. Wadda Hallas, de 34 años, recordó que durante los bombardeos anglo-estadounidenses de 1998, “los aviones surcaban el cielo para bombardear y nadie se movía. Todos querían presenciar el final del encuentro”.
Esta vez el Zawra jugó como local en la capital; sin embargo, la semana pasada realizó un desplazamiento de riesgo a Basora, en el sur del país, para disputar un partido mientras los británicos bombardeaban la ciudad con el objetivo de tomarla. El resultado fue empate en un gol.