Miércoles, 21 de diciembre de 2011 | Hoy
DEPORTES › OPINIóN
Por Diego Bonadeo
Los agazapados están de “paramales” –¿acaso no es “paramales” la contrafigura de “parabienes”?– y no salen de sus madrigueras. Salvo algunos, que hacen como que cambiaron sus pilchas del paladar futbolero y ahora dicen reivindicar la diversión, cuando siempre pregonaron la practicidad de un resultado por encima del disfrute del juego. Es que, en menos de una semana, Barcelona bailó al Madrid en el Bernabeu y al Santos en Japón.
Asomaron los agazapados sus hocicos de sus cuevas cuando a los pocos segundos del partido de Liga, Benzema puso 1-0 al Real. La ilusión de que se desplomara el equipo que –para quien esto escribe– es el mejor que haya visto, pero, en especial, el que más haya disfrutado, se desvaneció una vez más, en medio de la desesperación de los apólogos del fútbol “vertical”.
El 4-0 contra Santos hizo que algunos ignorantes o, en todo caso, distraídos, justificasen sus absurdos con el argumento de que los brasileños no fueron demasiada oposición porque no tuvieron la pelota. Son los que no entienden que para jugar al fútbol, antes hay que saber jugar justamente a la pelota, y que de nada sirven las pretemporadas de tres turnos ni las pesas ni los conitos, ni las sentadillas, ni los paracaídas, ni los esfuerzos extremos en la arena o las montañas ni las largas concentraciones, si no se le da pelota a la pelota. Que esa es la prioridad del mejor equipo del mundo en los entrenamientos y en los partidos.
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