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Son dos de las mejores tenistas de todos los tiempos, pero no podrían ser más diferentes. Una, Martina Navratilova, es un ícono del movimiento gay-lésbico. La otra, Margaret Smith de Court, es pastora evangélica y no deja de decirle a Navratilova que Dios la “quiere” pese a todo. En el medio, un torneo de Grand Slam como el Abierto de Australia, en el que uno de sus principales escenarios, con capacidad para 6000 espectadores, lleva precisamente el nombre Margaret Court. Si por el movimiento gay australiano fuera, ese estadio ya tendría otro nombre.

“Es tiempo de rebautizar el estadio”, le escribió la doctora Kerryn Phelps, líder del movimiento gay, al primer ministro del estado de Victoria, del que Melbourne, sede del torneo, es capital. ¿Por qué está Margaret Court en el centro de la escena? Para muchos, su record de siete títulos consecutivos en el Abierto de Australia entre 1960 y 1966 es un borroso o muy lejano recuerdo. Lo que surge cuando escuchan el nombre de la ex campeona es la polémica por su oposición al casamiento de personas del mismo sexo, tema aún abierto en Australia.

“Vivimos en una sociedad libre, y yo apoyo familias con un esposo y una esposa. No voy a dar marcha atrás en eso”, dijo Court, de 69 años, que aseguró no tener “nada en contra de la gente homosexual”. “La tenemos en nuestra iglesia, la ayudo a superarlo, tenemos gente que fue homosexual y ahora está casada. He estado casada 44 años, veo los problemas que hay en Estados Unidos con todo esto y creo que no necesitamos algo así en nuestro país”, remarcó Court. Sus comentarios se encontraron con el inmediato rechazo de Navratilova y de Billie Jean King, otra ex tenista muy activa en el movimiento homosexual. Rennae Stubbs, doblista australiana, acusó a Court de instar al odio contra los homosexuales.

La Federación Australiana de Tenis (TA) reaccionó antes del inicio del torneo, y lo hizo con contundencia. “Margaret Court ganó más títulos de Grand Slam que ninguna otra jugadora en la historia”, destacó. “Respetamos su incomparable carrera, pero sus comentarios personales son personales y, definitivamente, no son compartidos por la Federación Australiana de Tenis. Coincidimos de corazón con la WTA cuando afirma que ‘todo ser humano, más allá de su género, raza, etnia, orientación sexual u otros aspectos, debe ser tratado con igualdad’. Este es un principio y derecho fundamental que incluye al mundo del deporte. Cualquier persona invocando algo diferente está en contra de derechos fundamentales y esenciales”, decía el comunicado.

Pero el tenis da sus vueltas, y el domingo Navratilova, de 55 años, debió jugar su primer partido del Torneo de las Leyendas en el estadio Margaret Court. “Es un honor, como siempre, jugar en ese estadio”, aclaró la nueve veces campeona de Wimbledon antes de entrar en tema: “Claramente, las opiniones de Margaret Court sobre el casamiento entre personas del mismo sexo están fuera de época”. Según la checa nacionalizada estadounidense, en una conversación de hace años con Court la australiana le insistió varias veces en que lo natural es la heterosexualidad y en que la homosexualidad es adquirida y producto de traumas infantiles. Quizá por eso ayer, en el final de su rueda de prensa, Navratilova recibió una de las preguntas más insólitas que le hayan hecho en su vida deportiva.

“Pregunta delicada”, comenzó el periodista. “¿Cómo explica que a veces los hombres sean heterosexuales al principio y luego se hagan gays a lo largo de sus vidas? ¿No sucede lo contrario con las mujeres cuando se convierten en homosexuales?” Navratilova se quedó con los ojos abiertos como platos. No encontraba palabras. Hasta que las encontró: “Es que no te transformas. ¿Tú te transformas en heterosexual? No, no lo haces. No te transformas en gay. Creo que no conoces el asunto lo suficiente si haces una pregunta así. No te transformas. Lo eres o no”.