Jueves, 29 de marzo de 2012 | Hoy
El circuito porteño donde el fin de semana habrá Súper TC2000 está envuelto en una polémica bien caliente. Costó 18 millones de pesos.
Por Pablo Vignone
A un costo de 18 millones de pesos, la ciudad de Buenos Aires tendrá una carrera de autos en sus calles por primera vez desde 1957. Fracasada en 1994 la iniciativa menemista para traer la Fórmula 1 a un callejero en Palermo, esta vez será un trazado de forma triangular en pleno centro porteño, con partida en la 9 de Julio, el que albergará una competencia que despierta una enorme, caliente polémica.
La iniciativa fue revelada por este diario ya en febrero de 2011, y la fecha original de realización, en noviembre del año pasado, fue postergada para este fin de semana, el que por la cantidad de feriados anteriores y posteriores parecía ofrecer menos complicaciones logísticas. No siempre propenso a la inversión social o cultural, el gobierno de Mauricio Macri reculó cuando el TC2000, propiedad del Grupo Clarín, intentó concretar esta carrera en 2011; sin embargo, fue el propio jefe de Gabinete, Horacio Rodríguez Larreta, quien anunció su realización el 3 de noviembre pasado, fijando la fecha del 1º de abril. En ese momento, el anuncio pasó casi inadvertido, pero con los trabajos de armado en el centro, los vecinos comenzaron a levantar quejas.
Desde hace un mes que el circuito elegido, de 3080 metros de recorrido, fue cerrado con 1605 bloques de concreto de cuatro metros de largo y 4,7 toneladas de peso, coronado con alambradas olímpicas. Los transeúntes porteños los sufrieron especialmente en las últimas dos semanas; los más despistados creyeron que tenía que ver con el reciente anuncio de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner sobre el regreso de la Fórmula 1 al país.
Ese delimitado, más el reasfaltado de las avenidas, la erección de tribunas tubulares y el acondicionamiento general del circuito (que tendrá sus boxes en la 9 de Julio entre Mitre y Sarmiento, sobre la mano de salida a la provincia) costaron cerca de 18 millones de pesos, según fuentes de la Comisión de Deportes de la Legislatura de la Ciudad consultadas por este diario; el lunes, la titular de la Comisión, Delia Bisutti, presentó una medida cautelar contra la carrera, aún no resuelta.
Esas tribunas no estarán vacías. El acceso será libre y gratuito para los fanáticos, pero solo en la periferia del circuito. Las tribunas fueron vendidas corporativamente a empresas, que las colmarán con sus propios invitados. Las más grandes, dos tribunas ubicadas sobre la calle Viamonte, con capacidad para 500 personas, costaban 295 mil pesos más IVA. En total, habrá 20 tribunas, 14 exteriores y seis interiores, con capacidad para unas diez mil personas. No se venderán entradas para boxes, pero en las carpas VIP, en esa zona, habrá lugar para otros 4000 espectadores. También por invitación: unas 30 empresas adquirieron su cuota.
Como es Domingo de Ramos, la Curia no estaba nada contenta con una carrera de autos interfiriendo con la misa en la Catedral. El problema se zanjó: se anuncia que los pilotos irán a misa a las 10, y una hora más tarde algunos llevarán sus coches de los boxes hasta la esquina de Bolívar y Rivadavia para ser bendecidos...
¿A cuánto andarán los autos? Las velocidades finales serán altas, superiores a los 170 km/h, pero los motores, todos iguales, V8 de 430 HP, podrían sufrir un retoque electrónico para disponer de 100 HP menos. “El circuito es una linda locura –aseguró el español Carlos Bertrand, inspector de seguridad de la Federación Internacional del Automóvil (FIA), presente en Buenos Aires– y me parece bastante seguro, a decir verdad.”
La última carrera en las calles de Buenos Aires data de 1957, los 1000 Kilómetros del Mundial de coches Sport, disputados en un circuito trazado en la Costanera Norte, entre Aeroparque y lo que es hoy Ciudad Universitaria; el autódromo porteño había sido inaugurado en 1952. En 1960 se dictó la ordenanza 17.348, que prohibía las competencias automovilísticas en el ámbito público de la Capital; fue derogada en diciembre de 2010 a instancias del PRO. El autódromo fue concesionado en 1991: hace más de dos décadas que está en manos privadas.
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