Julio César Falcioni nunca fue del paladar de la gente de Boca. Resistido desde el comienzo por su defensa a rajatabla del 4-4-2, se sabía que el camino del ex entrenador de Banfield no iba a ser sencillo. No obstante, la obtención del Apertura 2011 y la Copa Argentina, más una final de Copa Libertadores apaciguaron las críticas. Sin embargo, todo se desmoronó con sus discrepancias públicas con Juan Román Riquelme, máximo ídolo de la entidad de la Ribera, y con el paupérrimo nivel de juego que exhibe el equipo en este semestre. El pobre 1-1 ante San Martín de San Juan fue la gota que rebasó el vaso. El hincha ya no lo tolera y es un hecho que la dirigencia no le renovará el contrato en diciembre.

A su vez, su relación con el plantel –a excepción de Erviti– no es la mejor. Ledesma, que volvió a entrenarse con el equipo, fue borrado para el duelo ante los cuyanos por expresar que no tenía diálogo con el DT. “No me transmitió nada”, señaló el volante el pasado jueves. Un ejemplo más que claro de la convivencia que existe entre los futbolistas y el entrenador.

Bajo este clima enrarecido, Boca volvió ayer a los entrenamientos con cinco ausencias –Rodríguez, Chávez, Sánchez Miño, Ustari y Somoza están afectados al seleccionado– y con la cabeza en Belgrano, rival del domingo. No obstante, lo que está en la mente de la directiva es el reemplazante para Falcioni a partir del 2013. En ese sentido, en los últimos días corrió el rumor de que Guillermo Barros Schelotto sería el elegido. Sin embargo, el presidente de Lanús, Miguel Russo, dio por tierra esa posibilidad. “Es imposible que vaya a Boca porque tienen contrato. Nosotros queremos con él algo a largo plazo. Creo que tiene mucho tiempo por delante para poder dirigir a ese club”, indicó el dirigente. El propio entrenador, uno de los grandes ídolos del pueblo xeneize, también negó la posibilidad. “Lo que dijo Russo es así. La gente que me conoce sabe lo que voy a hacer. Firmé contrato en Lanús y lo cumpliré”, aseguró Schelotto.