San Lorenzo no jugaba bien y era superado por Quilmes, que se puso en ventaja con un tanto de Elizari. Pero el equipo de Boedo salió a jugar la segunda parte con otra determinación y con tantos de Buffarini y Verón lo dio vuelta para festejar una victoria clave pensando en la tabla del descenso y la Sudamericana.

Tanto Quilmes como San Lorenzo buscaron asumir el dominio del encuentro. Los locales apostando al trabajo de sus volantes externos, que desbordaban con cierta facilidad, y los visitantes aprovechando la velocidad de sus juveniles y tratando de jugar segura la pelota. Pero San Lorenzo se fue quedando y Quilmes aprovechó para soltarse, envalentonado con un par de llegadas más o menos claras, que habían sido controladas por Ibáñez.

La ventaja llegó recién a los 16, en una jugada un poco confusa, que incluyó un cabezazo de Cobo cuyo rebote tomó Elizari para definir con la cara interna del pie derecho y poner en ventaja al cervecero. El gol se sintió fuerte en Avellaneda, porque situaba a Quilmes por arriba de Argentinos y San Lorenzo en la tabla de descenso, a una distancia prudencial de Independiente.

Sintieron el golpe los dirigidos por Juan Antonio Pizzi, que apenas inquietaron con un disparo de Navarro a las manos de Trípoli, y no mucho más. San Lorenzo necesitaba más de Piatti, de Mercier y Buffarini, para recuperar el juego de los primeros minutos.

Debió esperar el arranque del complementario San Lorenzo para mostrarse más agresivo y desequilibrante. Y con ese ímpetu, desde el vértice del área recibió Buffarini para sacar un violento remate cruzado que no tuvo respuesta de Trípodi y poner el partido 1-1. Ya se preparaba para ingresar Romagnoli cuando Correa (luego reemplazado) sacó un pase perfecto para Verón, quien se acomodó y remató sobre el palo izquierdo del arquero cervecero para poner a San Lorenzo en ventaja. Entonces Pizzi ordenó la salida de sus juveniles y mandó a la cancha a jugadores con más experiencia para poder cerrar el partido. Buffarini –para confirmar que era la figura– estrelló sobre el final un remate en el travesaño, que hubiera sido la frutilla del postre.